Citemos una de las tantas cosas que suceden en Venezuela: la orientación sobre jubilados, a quienes les toca una disciplina que sustituye a la vida activa para entregarse a otra que no es evolutiva. El respeto acude a la cita que tienen los hombres y mujeres que se identifican con el trabajo y que entran a la tercera edad con el honor que les concede el retiro por vejez.
Al Libertador Simón Bolívar no se le ocurrió nunca aliviar asuntos civiles en Venezuela con milicianos, ni tampoco invadir derechos privados con fines arbitrarios y distintos a la ética de convivencia social proactiva en costumbres idiosincráticas.
La nueva tecnología del siglo XXI deja en el pasado a las viejas prácticas que han fracasado en el tiempo; por ejemplo, la caída del Muro de Berlín, el rompimiento de la Unión Soviética, el despertar de Túnez, de Egipto y de Libia, entre otros países árabes que luchan por la democracia; también el caso anárquico de Siria.
Todo eso que pasa para vivir mejor, como reparar errores, la fuerza que tiene el poder mal aplicado por no ser legítimo, nos hace pensar en la necesidad de usar con más tino los recursos humanos, naturales y materiales para hacer valer nuestro autoestima y el coraje del nombre y del apellido, que todavía parece no importar.
La Constitución nacional nuestra del año 1999 fue concebida con la idea de que se requería su letra para tener derechos y cumplir con deberes que en muchas ocasiones irrespetamos y tampoco cumplimos. Lo denuncian los abogados litigantes y sus defendidos, quedando el papel ajado y sin lozanía por la impotencia de su garantía y la elegancia de su planteamiento justo, claro y veraz. Hay innumerables casos.
En Venezuela hemos perdido muchas oportunidades para estar en la cima de los países que distan por su desarrollo integral. El extinto presidente Hugo Chávez pudo haber sido más productivo con la fortuna petrolera que fue utilizada con fines fuera de la competencia, pero el propósito fue más político que revolucionario. Se dice que promocionó su ideología política en otros países con fondos públicos. Si esto no hubiese sido así, entonces Venezuela no tendría tanta pobreza ni estuviese comprometida su estabilidad por las deudas internacionales.
Estamos fallando en jurisprudencia porque hemos politizado las instituciones que tienen a su cargo una responsabilidad que vemos caminar por la tangente. Tratemos de resolver los asuntos de vialidad, inseguridad, desempleo, desabastecimiento, viviendas, educación obligatoria, salud integral y evitar la política de exclusiones de gente valiosa. Así sea
Mateo Nava / Relacionista laboral / [email protected]
Publicado originalmente en el diario La Verdad (Maracaibo)