Primero hay que considerar que en más de un millón de años de evolución humana solamente ha llegado a existir un órgano que tiene el sólo propósito de proveer placer: el clítoris. No es requerido para la reproducción. No tiene, como el pene, una uretra que lo atraviese, y por lo tanto no orina. Su sola y singular función es hacer que una mujer sienta delicioso placer.
Tristemente, lo anterior es la razón por la cual la ciencia ha descuidado tanto su estudio. La extensión de la parte interna del clítoris no fue mapeada completamente hasta el 2005, cuando la uróloga Helen O’Connell del Hospital Real de Melbourne publicó sus revolucionarios estudios. El clítoris se bifurca internamente como un hueso de los deseos y luego se ramifica más lejos. Esto sugiere que el argumento sobre el orgasmo vaginal vs el orgasmo clitoriano ha sido malentendido, ya que el clítoris recorre la vulva y la vagina.
Aunque si le preguntas a una mujer a tu lado dónde está su clítoris lo más seguro es que te responda que está en la superficie de la vagina, protegida por los labios, la realidad es la mayor parte del clítoris se encuentra dentro de la pelvis. Es decir, es mucho más interno que externo. La pequeña estructura contiene aproximadamente 8,000 fibras de tejido nervioso (más de la mitad de lo que tienen la cabeza de un pene) y consiste de dos cuerpos cavernosos que cuando están erectas envuelven la vagina por los dos lados como si le estuvieran dando un gran abrazo.
El aparato del clítoris es tan intrincado como quizá los cuernos de un venado viejo o un sistema de ríos submarinos. No por nada una mujer puede llevarse a sí misma a un profundo orgasmo con sólo estimularse exteriormente. Con esta nueva información todo un mundo telúrico de placer se abre a la imaginación de hombres y mujeres.
Fuente: Avantsex