El portal católico ACI prensa difundió la historia de Laura Keynes, tátara-tátara-tataranieta del naturalista Charles Darwin. Según el artículo, en su adolescencia se convirtió en agnóstica, alejada “de cualquier contacto con la Iglesia”.
“Del lado de la familia de mi padre, el lado Darwin-Keynes, recibí una influencia altamente racional, científica, secular, humanista. Mi padre es un neurocientífico y yo absorbí la visión de que todos los fenómenos son el producto del cerebro material. Gradualmente derivé al agnosticismo”, recordó.
Según relata, fue cuando realizaba sus estudios de doctorado en Filosofía en Oxford (Reino Unido), tras la publicación de El espejismo de Dios, de Richard Dawkins, cuando comenzó su regreso a la Iglesia.
“En cuanto a ser buena sin Dios, lo había intentado y no había llegado muy lejos. En algún punto, la vida te pone de rodillas y ningún acto de voluntad es suficiente en esa situación. Rendirse y pedir la gracia es la respuesta humana lógica”, aseguró.
Para la tátara-tátara-tataranieta de Charles Drawin, “el nuevo ateísmo pareciera albergar un germen de intolerancia y desprecio por la gente, que sólo podría socavar los reclamos humanistas seculares al liberalismo”.
Laura volvió a rezar el Rosario durante la prolongada enfermedad de su abuela: “Cuando en esas largas horas al costado de su cama, recordé el poder redentor del sufrimiento de Cristo”.
“Darwin se dedicó a seguir la evidencia a donde lo llevaba, no a derribar el cristianismo. La evidencia no tiene que concluir inevitablemente en el materialismo, pero, por diversas razones culturales, aquí es a donde llevó: el materialismo y la cultura de la muerte”, sentenció. /Infobae