“Yo siempre voy por todas estas calles a las distintas tiendas a comprar alimentos”, cuenta en la sala de su casa, un apartamento cercano a donde ocurrieron los hechos. “Todo fue en cuestión de minutos, segundos casi”, relata.
Elizabeth, maestra de preescolar quien se encuentra esperando su primer hijo, fue alertada por un vecino. “El señor estaba frente a una carnicería y me gritó: ‘¡cuidado que te cortan el pelo!’ pero no como amenaza sino como protección. Ese día no lo llevaba recogido sino en una cola alta”.
Momentos después, “cuando regresaba de la tienda porque ya había comprado todo, el mismo vecino me hizo señas y yo capté de una vez de qué se trataba, me tomó por un brazo como si me conociera y me llevó a la carnicería. Quien me quería cortar el pelo era una mujer. Venía con la tijera de podar y me alertaron”, refiere Elizabeth rememorando el hecho. .
Allí se quedó con ellos. “Vi cuando pasó, pero no le vi la cara, la vi de espaldas cuando llevaba la tijera en la mano, una de esas de jardinería”, recuerda.
Residir en la zona por 23 años le da la confianza suficiente para recorrer las calles a diario. “Cuando salí de la carnicería me vine corriendo casi, asustada, y me quedé en la planta baja un rato a ver si la veía pasar, y para evitar que me siguieran”, explica. “Cuando subí le conté todo a mi hermana, que también tiene el cabello largo”.
Elizabeth describe a la mujer como “de cuarenta años, con el pelo recogido, enrrollado, ‘medio malo’. Me pregunto dónde estaban las demás porque yo he escuchado que son dos o tres”, refiere.
“He invertidoaños de dedicación, haciendome hidrataciones y cuidando mi cabello, para estar pasando malos ratos”. Hace seis años no se lo cortaba y ya le pasaba la cintura.
Precisamente para evitar incomodidades, Elizabeth tomó la muy personal decisión de cortarse su cabello. “Lo hice porque estoy embarazada y no quiero que pueda pasarme algo a mi o a mi bebé”, dice.
Muestra el “moño” y piensa donarlo a una fundación que atienda a los niños con cáncer. “Esa es una buena opción, pero todavía la estoy meditando”, cuenta. Ahora muestra el cabello medianamente largo, de color negro natural. “Nunca me lo he teñido, siempre lo cuidaba mucho”, explica mirando el largo mechón que le entregaron en la peluquería.
Además de perder el cabello, Elizabeth piensa en la posibilidad de sufrir alguna lesión en el intento de “robarle el cabello”. “Las autoridades deben establecer un plan para atrapar a estas personas y que se amplien los planes de seguridad para proteger a las mujeres”.
Una de las hermanas de Elizabeth se había cortado el cabello (para donarlo a los niños que padecen cáncer) apenas una semana antes de la publicación de PANORAMA en la que se detallaba que este nuevo delito estaba ocurriendo en el centro de Maracaibo.
La petición de proteccíón es compartida por algunos usuarios de PANORAMA web que exigen a las autoridades capturen a las “robapelo”. Yaneila Sivira pide “que los atrapen rápido porque uno tiene derecho a seguir luciendo su cabello largo”. Alvis Villanueva pidió “10 años de cárcel” para las “pirañas”. Los cuerpos de seguridad no manejan denuncias oficiales de víctimas, pero están “alertas” en varios puntos de la ciudad donde ha ocurrido el hecho.