Los accidentes, los despidos y la deuda amenazan a la industria petrolera, que aporta más del 60% del presupuesto nacional, publica elpais.com
Maye Primera Miami /El País de España
El 30 de junio 2013, una explosión en el Complejo Criogénico José Antonio Anzoátegui de Barcelona, al este de Venezuela, levantó una llamarada de 50 metros que, según las autoridades, fue controlada en 20 minutos sin reporte de heridos. El 11 de agosto, el impacto de un rayo incendió la laguna de desechos de la refinería Puerto La Cruz, también en el oriente. “Tenemos el incendio confinado en la laguna”, informó entonces Asdrúbal Chávez, vicepresidente de Refinación, Comercio y Suministros de la estatal Petróleos de Venezuela y primo del difunto mandatario Hugo Chávez. El 20 agosto, otro rayo encendió fuego en una chimenea de la refinería de Amuay, una de las dos plantas que conforman el Complejo Refinador de Paraguaná, el mayor del país, donde hace exactamente un año se produjo un estallido por fuga de gas que mató al menos a 42 personas. El Gobierno suele quejarse de que “la derecha” utiliza estos accidentes como “elemento de terrorismo mediático”.
En el último año, la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) ha reportado 24 incidentes en sus refinerías: incendios, cortes eléctricos, paralizaciones no programadas, fugas de gases y combustibles. La mayoría de ellos ocurrieron en las plantas de Amuay y Cardón, que integran el Complejo Refinador de Paraguaná: hubo cuatro en mayo, uno en junio, uno en julio y cuatro más en los días transcurridos de agosto de 2013. Los vecinos de los barrios aledaños, que perdieron sus casas o los vidrios y marcos de las ventanas con la explosión del 25 de agosto de 2012, replican el espanto de entonces cuando ven lenguas y columnas de humo saliendo de las instalaciones de la petrolera.
“Los trabajadores se persignan cuando entran, muchos no quieren estar allí”, dijo uno de ellos, Juan Montero, al diario caraqueño El Nacional, en un informe que denuncia la fuga de mano de obra calificada a Colombia debido a los bajos salarios y a las fallas de seguridad en las refinerías de Venezuela. Este goteo migratorio de petroleros venezolanos se suma a la gran desbandada que comenzó en 2003, cuando el presidente Hugo Chávez ordenó el despido de 12.000 profesionales de la industria. Estos se sumaron al paro general en su contra, convocado en diciembre de 2002 por la patronal Fedecámaras y los sindicalistas de la CTV. Muchos de ellos fueron a parar a las petroleras y contratistas de México, Canadá, Estados Unidos, Brasil, Catar, Arabia Saudí, Aruba y Curaçao para burlar el veto impuesto en los sectores público y privado de la industria de Venezuela.
La estatal venezolana opera un total de 24 refinerías: seis de ellas están ubicadas en Venezuela y las 18 restantes, en Aruba, Curaçao, Cuba, República Dominicana, Jamaica, Estados Unidos, Suecia y Gran Bretaña.
En 2012, las operaciones de Refinación, Comercio y Suministro reflejaron pérdidas por 7.795 millones de dólares. Esta viceprepresidencia ha sido dirigida desde mayo de 2007 por Asdrúbal Chávez: ingeniero químico, con 28 años de carrera dentro de Pdvsa y primo hermano del expresidente Chávez. Según los sindicatos petroleros de oposición, los accidentes constantes y las pérdidas en el área de refinación son consecuencia de la falta de inversión en las operaciones de la industria, especialmente durante 2011, cuando los “aportes al desarrollo social” entregados por Pdvsa superaron en casi 50% el monto en inversión. Pero según el Gobierno venezolano, los números rojos del último año y medio en el área de refinación se deben a la explosión de Amuay, a los rayos, las tormentas eléctricas y otros fenómenos naturales.
Los combustibles que Venezuela ha dejado de producir los compra en Estados Unidos. En abril de 2013, las compras venezolanas de diesel, gasolina, gas licuado, fuel oil y otros productos refinados en el mercado estadounidense aumentaron en 138,8% respecto al mismo mes del año anterior, según cifras del Departamento de Energía. En los primeros cuatro meses del año, promediaron 129.000 barriles diarios. De acuerdo al mismo informe, fechado en junio de 2013, las exportaciones de Pdvsa a Estados Unidos sumaron 847.000 barriles diarios: un 4% eran combustibles y el 96% restante, petróleo crudo. Esta porción representa un 52% de la producción total de Venezuela y es la única parte que se vende a precio del día y se paga con dinero líquido. El resto se vende subsidiado en el mercado interno; a crédito, a países amigos; o se utiliza para pagar préstamos de dineros ya gastados, otorgados por China.
La deuda de Petróleos de Venezuela sumó en el año pasado 40.026 millones de dólares, 14,7% más que en 2011, a pesar de que los precios de la canasta petrolera venezolana se mantuvieron en el rango de los 100 dólares por barril. En 1998, antes de que Chávez ganara sus primeras elecciones y cuando el barril venezolano llegó a costar 9 dólares, el saldo de la deuda rondaba los 3.000 millones de dólares. La industria petrolera ha sido el pilar económico del gasto social y del dominio político en Venezuela, pero especialmente durante la última década. El grueso del dinero que Pdvsa produce o solicita en préstamos ha sido destinado a financiar actividades distintas al negocio petrolero: a subsidiar el mercado cambiario, férreamente controlado por el Gobierno desde 2003; a la compra de alimentos que se venden a menor precio en mercados populares; a sostener las “misiones sociales”, que funcionan como ministerios paralelos en las áreas de salud, educación y militar. Es por eso que, pese a los altos precios del petróleo nacional, el patrimonio de Petróleos de Venezuela se mantiene estancado y en riesgo.
La maquinaria petrolera que durante la era del chavismo ha aceitado la diplomacia venezolana y ha financiado la satisfacción de las necesidades inmediatas de las clases populares -que no por ello han superado la pobreza- da señales de agotamiento. De acuerdo a cifras aportadas por el Gobierno venezolano a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), la producción total de crudo de Pdvsa entre enero y mayo de 2013 fue de 2,7 millones de barriles por día, un 2,92% menos petróleo del que producía en agosto de 2012. Estas cifras están muy por debajo de la meta que Hugo Chávez se había fijado en vida. “Para el 2014 debemos estar llegando a cerca de cuatro millones de barriles diarios. Para el 2019 debemos estar en seis millones de barriles diarios de crudo. Somos uno de los pocos países del mundo con esa gran capacidad de crecimiento de la producción”, dijo el presidente en septiembre de 2011, el año que Pdvsa gastó más dinero en mantener al pueblo contento.