Mi grupo salió de CCS a Maiquetía con la emoción propia de ir a algo que parecía inalcanzable. Lo era, pero ya no. Noventa coloridas primaveras.
Para hacer el cuento corto, el sábado en la mañana fuimos al taller de Cruz-Diez en Ciudad de Panamá. Mostró cosas increíbles, cosas históricas, propias de la mitología Cruzdiezana. Libros ilustrados por el, catálogos, manualidades, etc. Todos los presentes no podían creer lo que estaban viendo, además de estar en su biblioteca, su lugar especial donde se sienta a crear, a diseñar. Mas tarde llegó otro grupo de gente, mas artistas plásticos venezolanos que han acompañado a Cruz-Diez en su historia. La sesión fotográfica fue implacable. Eso parecía un mundial de fútbol pero de pintores, escultores, cineastas y el taller panameño de Cruz-Diez era el Maracaná del arte.
En la noche hubo una fiesta en el hotel Bristol. No se donde está exactamente, ni como se llega porque los organizadores alquilaron un autobus: The Boss Party. Por dentro era una discoteca total que me trajo recuerdos trasnochados de Paladium. Si, la del CCCT. En ese bus, el “ride” duró como 45 minutos. La mezcla generacional era dispareja, pero las ganas de celebrar estaban acopladas. Así llegamos al lugar de la recepción y nos recibieron con sombreros de Panamá. Mujeres y hombres se colocaron su pieza y directamente comenzó la celebración para no entrar en detalles. El mejor trío musical que he escuchado en mi vida estaba ahi, tocando y gozando. Tocaron todas las canciones latinas de todos los tiempos. Una de las nietas del Master, como a veces le dicen, cantó el bolero Encadenados. Increible. Hubo una hora loca bien buena, todos gozaron.
Fueron 4 dias intensos. Quedarán marcados en mi mente como un tatuaje colorido de Cruz-Diez y siempre podré decir “Yo brindé con Cruz-Diez cuando cumplió 90 años”
Por Isaac Bencid