El Ministro Rodríguez Torres en rueda de prensa comunicó al mundo la captura de 2 sicarios colombianos que ingresaron al país para asesinar a Nicolás Maduro, o en su defecto a Diosdado Cabello. Dijo el ministro que una operación de inteligencia denominada “carpeta amarilla” permitió, con el apoyo del DAS colombiano, detectar y capturar a los presuntos sicarios con armas de guerra y fotos de Nicolás y Diosdado. Según el gobierno, en la conspiración están involucrados desde el anciano Posada Carriles, conectado al ex presidente Álvaro Uribe, hasta la CIA y Maduro insinuó que hasta el propio Obama podría estar implicado en la operación.
Todos los venezolanos debemos rechazar la violencia de forma enérgica y si realmente existe un plan de magnicidio contra la persona que ejerce la presidencia de la república debe ser condenado y debemos aplaudir el que haya sido develado y desmantelada la banda de asesinos. Ahora bien, es el mismo gobierno al que atenta contra la credibilidad de esas denuncias y lo hace básicamente por tres razones: i) en los meses que lleva Maduro ejerciendo la presidencia esta es la onceava denuncia de magnicidio, acusando a la oposición y usando estas denuncias como elemento de propaganda política; ii) denominar la operación como “carpeta amarilla” supone una vinculación con Primero Justicia y va alineado con el discurso oficial de señalar a PJ como el partido de la mafia amarilla, los bandidos amarillos, la banda de corruptos amarillos y las palabras homofóbicas de Carreño. Casualidad o manipulación, lo cierto es que dicha denominación banaliza la denuncia; iii) vincular a Posada Carriles, un anciano de 85 años enfermo, con Álvaro Uribe, Micheletti (quien no tiene visa para ingresar a los EEUU) y Obama resulta como mínimo poco creíble y especulativo.
La pregunta qué debemos hacernos es por qué se repite con tanta frecuencia denuncias de magnicidio. La respuesta tiene dos aspectos, en primer lugar evidentemente sirve como un elemento distractor frente a la crisis sistémica del país y hablar de magnicidios resulta mucho más sencillo que resolver el cangrejo del sistema cambiario, la hidra de mil cabezas en la cual se ha transformado la inflación o corregir el modelo de desarrollo del socialismo del siglo XXI, que minimizó la libre empresa y la iniciativa individual para alimentar a un Estado gigantesco, goloso e insaciable que cual Armagedón rojo destruye y devora los recursos de todos los venezolanos, así como los valores cristianos y occidentales. En tal sentido, denuncias estrambóticas buscan copar la agenda pública y que el país no hable de otra cosa, es en cierto sentido una forma macabra de definir la agenda pública, lo que implica definir la política.
Sin embargo, hay otro elemento a mi juicio mucho más preocupante en esta denuncia particular de magnicidio y es que el gobierno pareciera que decidió tomar el camino del aislamiento internacional para defender la revolución de las fuerzas del imperio y sus aliados locales. La asesoría cubana, muy ineficiente para generar bienestar pero sí para mantenerse en el poder antidemocráticamente, ha usado la excusa del asedio gringo para restringir libertades y vivir en un estado de pre guerra permanente que le permite justificar cualquier medida brutal, arbitraría e inhumano so pretexto de que cualquier conducta institucional que permita libertades y criticas puede ser utilizado por el enemigo de enfrente para debilitar las bases de la revolución. La ruptura emocional de la élite del PSUV con sus bases y con el país en general los está conduciendo a tomar atajos que pongan las formas y conductas democráticas en un tercer o cuarto plano.
La sociedad democrática debe estar atenta a estas denuncias más allá de la tradicional distracción o trapo rojo. El cierre de medios, el intento de ilegalizar a PJ, colocar descaradamente las instituciones al servicio del partido de gobierno y las rivalidades internas por el control de la hegemonía partidista pueden llevarnos a situaciones indeseables. El trabajo de un activista ciudadano es alertar responsablemente a su entorno sobre lo que acurre usando los medios de comunicación disponibles y hablar claro y sin prejuicios con los que hasta ayer vestían de rojo y lloraban la muerte del comandante.
El principal error de Cabello y Maduro es creer que el pueblo los eligió para que desarrollaran a placer sus arrebatos autoritarios. En los estudios focales y las encuestas previas al 14A, el elector de Maduro en una inmensa mayoría votó por el él dándole un voto de confianza a Chávez, pero con serias dudas sobre el carácter civilista y el respeto de los herederos a la Constitución y las leyes. Al decidir ellos abiertamente pasar la raya amarilla están dando la razón a todos las críticas que señalaban que en ese dúo hay un elemento totalitario y autoritario genético. Ese pueblo que votó con dudas hoy está convencido que cometió un grave error. La élite del PSUV podrá perseguir e ilegalizar partidos, cerrar medios, difamar y asesinar moralmente, pero no podrá con la ira de un pueblo traicionado.
La vía civilizada que tenemos aquellos que hemos mantenido una conducta férrea en defensa del progreso, la libertad y la independencia económica y tecnológica es encontrarnos con el pueblo y acompañarlo en sus anhelos de tener una vida digna, ya que éste es nuestro único aliado frente al caos y la violencia. Sólo en la construcción, ampliación, consolidación y activación de una nueva mayoría encontraremos el camino que nos permitirá salir del atolladero histórico. Para ello las elecciones del 8 de diciembre son clave. Participar y promover el voto castigo se convierte en un objetivo estratégico de corto y mediano plazo. El 8 debe expresarse la nueva realidad política del país, debe demostrarse quién es y el tamaño de la nueva mayoría.
Les invito a interactuar en twiter a través de la cuenta @carlosvalero08
Carlos Valero