Los improvisados asentamientos en diferentes áreas generaron un caos que ahora se pretende regular a través de horarios establecidos para tal fin. La falta de baños públicos y salas de espera provocó que los parientes de los enfermos optaran por guindar hamacas en cualquier lugar.
La dirección del emblemático centro asistencial ordenó colocar carteles donde se indica que se permitirán las pernoctas desde las siete de la noche hasta las cinco de la mañana y que la seguridad interna se encargará de hacer cumplir la norma.
Denuncian que frente a esa realidad han proliferado los buhoneros que venden desde inyectadoras hasta los guantes que necesitan los médicos.
Algunos parientes deben permanecer hasta meses dentro del hospital mientras se recuperan los pacientes. Otros se quejan por los robos constantes y la inseguridad.
Lamentan que deban andar con colchonetas y chinchorros en sus espaldas para evitar que alguien se has apropie. Las autoridades del hospital aseguran que la vigilancia ha aumentado aunque las calamitosas condiciones del hospital son evidentes.