Simples aventureras, es lo que son. Dos ministras ligaditas que nada estudiaron sobre políticas públicas en salud, nada saben de ellas y a nadie preguntan. Abren camino con una yunta de bueyes cuando a su lado transitan raudos automóviles por una autopista de seis canales. Son advenedizas, ignorantes y para colmo embusteras: Eso de confundir en un mismo lote cirugías cardiacas con procedimientos de diagnóstico invasivo, sólo revela ese afán perverso cubano de tergiversarlo todo; cualquier estadística es, según el caso, inflada o disminuida; no hay malnutrición, sida, prostitución o embarazo precoz; lo viví yo en La Habana con la epidemia de neuropatía óptica cubana. No existió epidemia de influenza -sólo unos pocos casos- tampoco malaria: acumulado anual representa un 88,5% de incremento en relación con 2012 -¿para qué se dejaron picar por los mosquitos?-, tampoco cáncer -¿por qué renovar contratos de mantenimiento de equipos de radioterapia “si total, van a morirse”-; el desplome hospitalario es simplemente mediático. En la intimidad de cada una de ellas, ¿qué clase de justificación ética y moral tendrían y tienen para no actuar… ? Aquel afán de justicia que buscaban en vuestra mocedad ¿qué se ha hecho? Han asumido el engaño como profesión de fe, pero… la verdad, que siempre aparece, se vuelca sobre su mendacidad. Recuerden, la certidumbre es que la semilla de la verdad ha sido sembrada y si bien pueda tardar en florecer, florece, pase lo que pase, al fin…
Ahora surge un Estado Mayor de Salud; una trulla de invidentes; lo que necesitamos es planificación. ¿Qué es lo que no entienden, la P del inicio o la Ndel final? ¡Qué triste suena la lluvia en los techos de cartón; que anhelantes suenan los llantos de niños boliviarianos depositados en cajas de cartón… !