Dong Hai, ha pasado los últimos treinta años de su vida encerrado en una celda de piedra y rejas por sus propios padres.
Dong Hai, ha pasado los últimos treinta años de su vida encerrado en una celda de piedra y rejas por sus propios padres.
A los 16 años, envuelto en la rebeldía y una enfermedad mental, el joven fue forzado a vivir en un espacio de cinco metros cuadrados por temor a que pudiera herir a alguien, informa mirror.co.uk.
El sitio Daily Mail, informa que Dong Watou y su esposa Xiao Hong de Longhai, de la provincia de Fujian, sureste de China, dijeron que habían pedido ayuda los hospitales porque les preocupaba la salud mental de su único hijo, pero que fueron rechazados.
Después, la pareja gastó todos sus ahorros en el tratamiento médico en un año, por lo que tuvieron que interrumpir su tratamiento.
Los padres, que rozan los 70 años de edad, dicen que su mayor temor es lo que pasará con Hai cuando ellos mueran.
La comida se la sirven en viejas latas que pasan por los huecos de las paredes y utilizan un mecanismo similar para limpiar sus residuos. A su drama se suma que no tienen ayuda financiera del gobierno ni otra fuente de ingreso y se mantienen haciendo toda suerte de labores.
Esta noticia me recuerda a la de otro joven chino que vive encerredo a una jaula de madera, también por problemas mentales. En China, es común que los enfermemos de esa clase vivan en condiciones inhumanas, especialmente en zonas pobres.
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