Brian Fincheltub: El último que apague la luz

Brian Fincheltub: El último que apague la luz

No es fatalismo, el país vive uno de los momentos más difíciles de nuestra historia y a pocos pareciera importarle. Del apagón lo que más me preocupó fue nuestra reacción como venezolanos y en la autocritica me incluyo. Vi a muchos celebrando porque los habían soltado temprano del trabajo, sin saber que en las calles los esperaban horas de camino hasta llegar a sus casas. A otros quejarse porque habían cerrado los centros comerciales, la peluquería, pero sinceramente no vi a nadie protestando por lo sucedido. Y que quede claro que cuando hablo de protesta no me refiero a colgar un mensaje de indignación en las redes sociales, entiendo como protesta ejercer en las calles nuestro derecho constitucional de manera pacífica.

Inmediatamente entendí que nuestra reacción en gran parte se parece a la de los niños que aplauden cuando llega la luz, sin tener la madurez de analizar las causas y consecuencias del hecho objetivo: Ineficiencia, un país paralizado por horas y miles de millones en pérdidas económicas. Tener la madurez ciudadana no solo implica pensar las cosas, sino exigirlas. En las pocas declaraciones oficiales después del apagón el gobierno felicitaba al pueblo venezolano “por su actitud cívica durante la contingencia”. Tal declaración viniendo de un gobierno que no cree en la civilidad no es más que una burla, se rieron de nuestra conducta no solo diciendo eso, sino poniendo sobre la mesa la tesis del saboteo.

¿Por qué el gobierno 15 años después sigue sin asumir responsabilidades? Sencillamente porque muchas veces nosotros no asumimos nuestra posición de ciudadanos. No reclamos, siempre esperamos que alguien más lo haga por nosotros. Sepan que el gobierno mide nuestras conductas, sabe muchas veces cuando retroceder porque huele el descontento popular. El drama que vivimos ahora es que nos estamos acostumbrando y eso debe cambiar, lo peor que nos puede pasar es eso, porque lo que viene después es la resignación y un país de resignados no es el camino hacia los cambios que la mayoría aspira alcanzar.





Que nadie manipule diciendo que en todos los países del mundo ocurren apagones generales, porque la verdad es que en Venezuela se han hecho tan comunes como los cortes eléctricos diarios que vive el interior del país. Esta semana le tocó a Caracas, pero la gente del interior vive esto diariamente y nadie ofrece explicaciones, muchos menos soluciones.

Ya no queda especie animal a la que el gobierno no le haya echado la culpa de los apagones, ni hablar de los fenómenos naturales, un mes era “La niña”, otro mes “El niño”. El disco del sabotaje también se rayó, sobre todo porque todas las subestaciones eléctricas están militarizadas desde abril. Den la cara y cumplan con la palabra empeñada, la responsabilidad les quedó grande, renuncien.

Si el ministro Jesse Chacón saliera a presentar su renuncia reconociendo su falla al frente del ministerio, tendría más respeto que inventando cuentos de camino. Pero el problema es que a muchos no les interesa ganar respeto, solo les importa ganar dinero.
A nosotros también nos toca dar la cara por el país, cada uno de los que piensa que vamos directo al precipicio debe entender que la movilización con organización es la salida para exigir respeto. El 8 de diciembre tenemos una oportunidad, pero la victoria no vendrá sola, vamos a incorporarnos en lo que podamos para trabajar por el país y podamos celebrar sin decir “el último apague la luz”.

Brian Fincheltub
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@Brianfincheltub