Dado el nerviosismo, que lógicamente ocurre al quedar atrapada en medio del enjambre de motorizados que protestaban el pasado miércoles frente al Indepabis en la avenida Libertador, una mujer que transitaba en su vehículo con su pequeña hija, tuvo la mala suerte de chocar con uno de estos motorizados.
El incidente desató la furia del sujeto en contra de la mujer que, presa del pánico, intentó escapar, pero la horda enardecida se ensañó en contra de ella y a punta de cascos, palos y piedras, le destrozaron el vehículo en minutos. No conforme con eso, la agredieron físicamente. Cuando uno de los “desalmados” agarró a la niña por los cabellos para sacarla del ve-hículo, fue cuando finalmente, la GNB intervino para calmar la turba.
No es la primera vez que ocurren hechos como este. Una situación parecida ocurrió hace poco en Macaracuay. El drama vivido por esta mujer refleja la grave enfermedad ética y moral en la que ha caído Venezuela.
Nos hemos ido acostumbrando a la violencia, a la violación de las leyes, a la transgresión de la vida ciudadana, al crimen y a la delincuencia.
En el lugar había autoridades policiales y de la GNB y éstos se quedaron paralizados hasta que la agresión llegó hasta la indefensa niña.
No podemos decir que todos los motorizados son delincuentes. Allí debió haber numerosos trabajadores que viven de su vehículo de dos ruedas, pero su actitud en las calles, en las autopistas y la agresividad con la que circulan, forma parte de esa misma violencia que tiene sus extremos en ese tipo de agresiones contra ciudadanos y en los cientos de asesinatos y atracos que ocurren desde estos vehículos.
Por eso, ninguno de los cientos de motorizados que estaban allí medió para impedir que la mujer y su niña fueran atacadas. Esa complicidad también los convierte en delincuentes.
Las bandas motorizadas son apenas lo más bajo de la cadena delincuencial que ha atrapado al país y que se cubre con la impunidad, la ausencia de instituciones autónomas y la utilización de esas mismas bandas motorizadas, que abiertamente llaman “tropa”, para fines políticos. Esas bandas son llamadas para amedrentar cada vez que hay algún evento político como las elecciones, actúan impunemente y transitan amenazantes en las calles hasta altas horas de la noche. Estos grupos han atacado incluso a puestos de seguridad cuando deciden ir a “rescatar” a un compañero detenido.
Ninguna de las normas ideadas por las autoridades han podido serles impuestas y por eso es que para ellos no hay leyes de tránsito y no hay plan “Patria Segura” que los enfrente porque se han gestado bajo el amparo del propio Gobierno.
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