Según la encuesta del Instituto Venezolana de Análisis de Datos (IVAD), dirigida por el profesor Félix Seijas, al cierre de agosto de 2013, el 67,5% de los encuestados desaprobó la gestión económica del gobierno. Comparada con la medición del mes de julio la valoración del gobierno se deterioró dos puntos y más de diez y seis puntos desde abril del año en curso. Lo que esta encuesta refleja es coincidente con la opinión pública, en particular las quejas permanentes de los ciudadanos en lo relativo a la inflación y la escasez, en particular de alimentos.
Pero estamos tan mal que unas declaraciones dadas por el ministro de Finanzas, Nelson Merentes, días atrás, se han convertido en el centro de la opinión pública, tanto la especializada en temas económicos como la que no lo es. ¿Qué fue lo importante que dijo Merentes para se haya creado tantas expectativas? Dijo lo que todo el mundo sabe y lo que muchos han dicho y venido diciendo desde hace algún tiempo. En primer lugar, que el mercado negro o paralelo del dólar está dislocando la economía. Segundo, que la Ley de Ilícitos Cambiarios, cuyo objeto es penalizar las transacciones cambiarias no oficiales, perdió todo su sentido y finalmente que debe abrirse un nuevo mercado alternativo al dólar oficial. Lo asombrosos de esto es que quienes crearon la crisis ahora se presentan como salvadores de la situación al plantear un conjunto de acciones inconexas. Así, por ejemplo, ningún mercado cambiario por si mismo puede estabilizar la cotización del bolívar si no se diseñan un conjunto de medidas de política económica en el área fiscal y monetaria. Un paseo por la historia económica de Venezuela desde febrero de 1983, cuando se comenzó a instituir la política de los cambios diferenciales, evidencia que en el segmento cambiario paralelo el bolívar tiende a depreciarse rápidamente en la medida en que ese mercado refleja los desequilibrios existentes y esta vez no hay razones para ocurra algo diferente. Con un déficits fiscal de más de 15,0% del PIB financiado con impresión de dinero, el nuevo mercado cambiario tendrá sus días contados.
La información que circula es que el gobierno, agotado ya en la lucha contra el mercado negro del dólar, tiró la toalla con esa caricatura de subasta llamada SICAD que ha servido para subvencionar la compra de divisas y financiar las salidas de capital. La depreciación del bolívar en el mercado negro a lo largo del lapso enero 2013 y la primera semana de 2013 supera el 95,0% y con tendencia a subir según se aprecia en el gráfico adjunto. La primera reacción del gobierno con relación al mercado negro fue negar su existencia. Afirmó a mediados de 2006, el vocero oficioso del BCV, Armando León, “que técnicamente el mercado paralelo no existe”. Tal vez se confundió León con lo que se considera un mercado, porque ciertamente no había un lugar físico con un rótulo donde transar dólares distintos a los oficiales pero si existía la institucionalidad que lo hacía posible: gente que quería vender y otros que querían comprar dólares a tasas de cambio diferentes a las oficiales. Luego se fue el gobierno por el atajo de la Ley de Ilícitos Cambiarios para penalizar y perseguir a quienes realizaran transacciones en el mercado no oficial del dólar y se llegó a tal extremo que en mayo de 2010, por orden del ministro de Planificación y Finanzas de la época Jorge Giordani, se metió preso a directivos de casas de bolsa quienes fueron acusados de manipular la tasa de cambio paralela y generar inflación. Tras el encarcelamiento durante dos años y medio de varios personas, el bolívar siguió perdiendo valor y la inflación que en 2010 se situó en 27,2% se acerca en 2013 a 45,0% con todo y que las casas de bolsas no realizan transacciones en divisas.
Lo que mal comienza mal termia. Lo que piensa hacer el gobierno carece de sentido. Muchos empresarios, desesperados por la falta de divisas, han aprobado la propuesta de Merentes de abrir un mercado alternativo sin percatarse de que tal acción sin el debido acompañamiento de una política fiscal y monetaria coherentes, se va a traducir en depreciaciones sostenidas del bolívar. Así, con un banco central que está expandiendo la cantidad de dinero a razón de 65,0% anual para financiar al gobierno y con tasas de interés para el ahorro de 10,0% máximo con una inflación que ronda el 45,0% anual, es altamente probable que esa liquidez excesiva de vuelque contra el bolívar. Todo con unas reservas internacionales menguadas. Aquí lo que hay que hacer es diseñar una nueva política económica que restaure la sanidad fiscal y monetaria, como paso fundamental, y elaborar un cronograma que mire hacia el objetivo de la unificación cambiaria para así remover gradual pero sostenidamente ese foco de corrupción que es el control de cambios.