Pedir a su automóvil que estacione solo o leer el diario mientras se está al volante son sueños que podrían convertirse pronto en realidad gracias a las innovaciones presentadas esta semana en el salón del automóvil de Fráncfort.
El alemán Daimler, fabricante de los Mercedes-Benz, se enorgullece de estar a la vanguardia en materia de automóviles autónomos. Su vehículo experimental S500 Intelligent Drive, que ocupa un lugar destacado en su stand, recorrió unos 100 kilómetros en agosto en la región de Bade-Wurtemberg (suroeste) sin intervención humana, en presencia de semáforos, rotondas, peatones o incluso tranvías.
Y todo eso recurriendo a tecnología que ya está presente en algunos de sus modelos de serie.
“Mis previsiones, tomando en cuenta lo que hemos logrado, es que será posible viajar en un Mercedes autónomo en 2020”, adeclaró a la AFP Thomas Weber, jefe de investigación del grupo.
El constructor de Stuttgart ya propone una función de pilotaje automático a baja velocidad en su Clase S, que permite al conductor olvidarse de los pedales y el volante, en un embotellamiento donde el auto avance a menos de 30 km/hora.
La empresa francesa de equipamiento de automóviles Valeo expuso por su parte en Fráncfort su sistema bautizado Valet Park4U. La idea es que el conductor deje su vehículo a la entrada de un estacionamiento y le ordene, a través de su teléfono celular inteligente, ir a la búsqueda de un lugar de estacionamiento para aparcar. Mediante una simple instrucción, el auto regresa luego a buscar a su propietario.
Esta tecnología sobre la cual también están trabajando otros como el norteamericano Ford podría llegar al mercado dentro de tres o cuatro años.
Todo es posible gracias a la multiplicación de radares y cámaras como los utilizados por el sistema de detección a 360 grados de Continental, capaz de distinguir objetos y peatones y de advertir al conductor en caso de riesgo de choque, o incluso frenar por cuenta propia.
Dormir la siesta al volante
Los constructores y fabricantes de equipamiento para automóviles no tienen el monopolio de la investigación en la materia. También están investigando en ese campo las universidades y los institutos, junto al fabricante Volvo, en el marco del programa europeo SRTRE y el gigante norteamericano de internet Google.
Todos esperan mejorar así el confort del conductor permitiéndole aprovechar un trayecto o un momento de embotellamientos para leer, llamar por teléfono, navegar en internet o dormir la siesta.
Su segundo argumento es la seguridad. “El ser humano es responsable de un 90% de los accidentes de tránsito”, señala Wolf-Henning Scheider, portavoz de la división de técnica automovilística de Bosch, que presentó en el salón un automóvil autónomo probado en las autopistas alemanas.
Gracias a los actuales avances en materia de asistencia al conductor, la utopía del automóvil está más que nunca al alcance de la mano. “Ya no estamos hablando de una ilusión sino de una realidad, aunque esté aún en un estado muy precoz”, constató Stefan Bratzel, especialista alemán en el sector automotriz.
“Para la industria, se trata de una evolución progresiva de las tecnologías, pero para el conductor es una revolución”, comentó Christian Senger, responsable del rubro en la empresa Continental.
El japonés Nissan también presenta sus ambiciones para 2020. Continental y Bosch también tienen la meta de alcanzar un alto grado de automatización.
Se tratará entonces de manejar con las manos libres en la autopista, donde conducir es menos complicado en que la ciudad. En centros urbanos, el automóvil automático no aparecerá sino hasta mucho después “hacia 2025 o 2030”, según Bratzel.
Subsisten sin embargo numerosos obstáculos en la ruta del automóvil autónomo.
“Quién es responsable en caso de accidente? El conductor del auto, el constructor o la empresa que lo equipó?” se pregunta Christoph Skudelny, especialista del automóvil en la consultora PwC. Parece indispensable operar previamente un cambio de reglamentaciones.
La otra incógnita es la reacción de los consumidores frente a este automóvil robot. “Sólo podrá existir a partir del momento en que los usuarios tengan plena confianza”, observa Senger. AFP