Un estudio experimental realizado en cerdos, un animal que presenta una anatomía cardiovascular similar a los humanos, revela que el consumo ligero o moderado de cerveza con alcoholpuede mejorar más la función cardiaca global tras sufrir un infarto, que la de cero grados.
La cerveza tiene la misma capacidad antioxidante tanto si tiene alcohol como si no, pero el estudio refleja que el efecto beneficioso de esta bebida es más rotundo si tiene cinco grados, que si no tiene ninguno, ha explicado Gemma Vilahurla, coautora del estudio «Efectos protectores de la cerveza en el sistema cardiovascular».
Esto implica que la cerveza de cinco grados tiene «posiblemente la capacidad de unir las propiedades beneficiosas asociadas al alcohol -en pequeñas dosis tiene un efecto vasodilatador- con las de la cerveza y estas sinergias pueden llevar a un efecto global mejor», ha asegurado.
El estudio, realizado por investigadores del Centro de Investigación Cardiovascular del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, pone de relieve que el consumo de cerveza sin alcohol «también tiene propiedades beneficiosas, lo cual era desconocido», ha afirmado.
El estudio ha demostrado que el consumo moderado de cerveza, tanto con alcohol como sin alcohol, puede mejor la función cardiaca global, al menos en los cerdos, tras sufrir un infarto. El próximo paso será descubrir los biomarcadores, o proteínas diana, a través de las cuales la cerveza produce este efecto beneficioso en el corazón y, ya por último, trasladar la investigación a humanos.
Menor riesgo de infarto
De momento, el estudio se ha hecho en cerdos, a los que se les proporcionó durante diez días, además de una dieta rica en colesterol, unas cantidades de ligeras a moderadas de cerveza. A un grupo se le suministró 12,5 gramos de alcohol al día, a otro con 25 gramos, a otro cerveza sin alcohol y a otro grupo nada. Tras la inducción a un infarto, estos animales continuaron recibiendo la misma dieta durante 21 días.
Los animales que bebieron cerveza presentaron un mejor regeneración del corazón dañado, al presentar una menor cicatriz y una mejora del funcionamiento cardiaco en general. Además, les mejoró al llamado colesterol bueno y les redujo el malo.
Antes de que se hiciera este estudio, el consumo moderado de alcohol, de 10 a 30 gramos por día, ya se había asociado a un menor riesgo de infarto de miocardio o muerte en estudios en poblaciones con grave riesgo cardiovascular. En este estudio, se trató de evaluar los efectos de la ingesta de cerveza tradicional y sin alcohol y el resultado sigue la misma línea.