La moda sifrina es echarle la culpa, hasta genética, de los males del país, al pueblo pobre y llenarlo de epítetos degradantes, más aun contra aquellos advenedizos—entre otros los de uniforme– que tuvieron la osadía de importunar las hegemonías políticas y económicas heredadas de medio siglo de proteccionismos, y contra ellos y sus privilegios de linaje, hacerse billonarios sin las formas “educadas” acostumbradas, donde solo se empleaban términos edulcorados y donde las palabrotas se guardaban para esferas de relación íntimas y nunca para el debate público. El malhablado Chávez acabó con muchos de esos afortunados de “La Cuarta” y montó otra elite con su “Quinta”, casi que como venganza y para generarse sus propios escenarios de acólitos adinerados, empezando por sus allegados, sobre todo después que intentaron tumbarlo en 2002-2003.
Se censura que no guardaron las debidas formas exquisitas de hacer dinero en grande con guantes blancos puestos, que simulaban los grandes delitos de peculados, prefiriendo más bien como ahora, y más todavía en este raspado de olla final, la vía directa del saqueo, los latrocinios y las extorsiones, a lo que agregaron el mal gusto u ordinariez de recién vestidos, para gastar sus fortunas mal habidas.
Digámoslo en lenguaje franco: si aquí no hubo una economía sólida y una verdadera democracia social avanzada es responsabilidad directa de las direcciones políticas y cuadros superiores de AD, Copei e izquierdistas violentos, o alcahuetes según su épica subversiva o robolucionaria, y por supuesto de la elite empresarial, que se estructuró en un siglo alrededor de 15 ó 20 núcleos familiares.
El chavismo que vino estorbar primero y luego pretendió constituirse, y lo logró en gran medida, en oligarquía sociopolítica de hegemonía económica sustituta, ya es tan o más responsable que los grupos de poder disminuidos o arrinconados de la Cuarta y solo en mala hora el país les dejaría continuar a estos de ahora, o retrotraernos a los irresponsables de antes, o sus polluelos, pimpollos y avechuchos de vuelo muy bajo, solo galináceo clientelar tan de moda en el “liderazgo joven”.
La más vital de las consignas de poder terminará siendo el NO VOLVERAN, pero que incluya en su execración a TODAS las elites de poder de los últimos 55 años, aunque suene arrogante y como desplante de quienes de verdad quieran cambiar este país.
Porque es que NO HAY posibilidad alguna de hacer viable esta nación, si no tomamos el poderoso laxante que permita eliminar el obsceno parasitismo social, desde la cima del poder, que será de facto, hasta hacerlo llegar incluso a los sectores llamados excluidos.
No puede ser que por poseer una fortuna, automáticamente se tengan derechos de los que no usufructúe el venezolano común. No puede continuar, y menos después de haber visto fabricar esas fortunas de origen malandro en estos tiempos, eso de tener tu candidato a la Presidencia, gobernador o Alcalde, con tu Canal de TV, tu cadena de radio, o tu periódico, con tu banco y tus dólares, sacados para guardarlos intactos destruyendo la moneda nacional y cultivar tu poder de intervenir en el debate de los pobres mortales asalariados o emprendedores, que pasan las de Caín, para defender sus haberes, bienes o empresas de cuanto burócrata público o de los cuantiosos tiburones privados con sus ventajismos vejatorios.
Un nuevo régimen, deberá comenzar por poner orden en esta bizarra jungla tramposa donde casi sin combatir solo ganan los de una rara especie predadora, que reúne todas las ventajas de cada género y encubre sus debilidades, porque dan de antemano la victoria al que puso los reales, controló la macolla del partido, sobornó a mas funcionarios o presionó y chantajeó a mas contendores.
No puede tolerarse que siga esa gangrena del partidismo de los años ochenta y noventa, que se potenció con la experiencia “bolivariana”, hasta convertir en una pesadilla ganarse el pan honradamente, producir y sobre todo sobrevivir, contra todo pronóstico, al ataque omnipresente del hampa criminal, social, político-gubernamental y hasta policial y uniformada.
No puede tolerarse otra vez, que las elecciones las gane quien tenga la mayor cantidad de recursos de poder para hacer la trampa o defenderse de la trampa, con pesadas maquinarias, que consumen muchos millones de dólares, que bien podrían tener mejores fines que quemarlos en esos festines de ventajismos.
Y para colocar un solo ejemplo del parasitismo de todos, no puede ser que siga este país subsidiándole a cada propietario de vehículo tanques de gasolina, pagándolo con la mitad del precio de un cafecito, mientras su costo es de 10 dólares. Eso no es un subsidio eso es una inmoralidad.
Ya que destruyeron la industria y la economía del campo, preparemos para tumbar como nunca antes los aranceles de importación, y que eso le permita a cualquier venezolano tener un auto por el mismo precio que paga un chino, un yanqui o un alemán, medido en el poder adquisitivo de sus salarios.
Todo el que tenga dólares que los traiga como moneda de circulación legal despenalizada, en capital o en equipos y mercancías, y terminaremos ahorrando en Bolívares, porque en breve lapso se invertirá más en Bolívares que en dólares, porque como economía emergente la nuestra podrá remunerar más el ahorro y la inversión, que en economías rígidas y de crecimientos lentos.
Un Nuevo Orden, político supone una dictadura de la ley. No se asusten, no hay peor dictadura que la del hampa, la del desgobierno, la del atropello de los burócratas y sus permisologías infinitas, la de los bancos con sus colas de 2 horas para cambiar un chequecito, o cobrar una pensión, no hay peor atropello que el de la escases de productos o el de los policías gatillos alegres convertidos en bandas de secuestradores.
La peor de las dictaduras es el caos y las cadenas radiales y televisivas escuchando a una bolsa defendiendo ideologías de dos siglos atrás. Dictadura es no tener transporte que te lleve al trabajo porque miles de autobuses llevan a las clientelas a los mítines de los déspotas en la capital. Dictadura es ver convertidas las autopistas del centro del país y de las principales ciudades, en estacionamientos, donde se malbaratan decenas de millones de horas diarias con su equivalente dinerario.
Dictadura es un sistema de medios públicos saturado de propaganda de mal gusto sobre fantasmales obras de gobierno, dictadura es comprar productos de una sola marca, del que haya, es maldecir porque no cambiaste a tiempo tus ahorros y verlos evaporarse contra el alza del dólar paralelo. Dictadura es ver confundidos en mítines del gobierno a los soldados de tu país, abusados por disciplina y obligados a saludos que ofenden su dignidad y sus convicciones, o su necesaria y obligada prescindencia política y neutralidad, para poder ser el gendarme protector de TODOS los ciudadanos y no una fuerza al servicio ventajista de una agrupación política.
La dictadura de la ley es otra cosa; es la que nos hace iguales a todos ante ella y no hay privilegio que valga, es la verdadera independencia de los jueces que no le deban el puesto ni al gobierno ni a ninguna rosca partidista o privada.
Dictadura de ley es que quien cometa delitos de cuello blanco va preso igual que el azote de barrio.
Dictadura es saber que se impone que todo funcionario público es revocable en cualquier momento si no cumple cabalmente sus funciones y que existan mecanismos expeditos para sancionar toda forma de corrupción.
Dictadura de la ley es suponer, como un hecho absolutamente normal, que quien se coja los reales del erario público o se enriquezca con tráficos de influencia deba ir preso.
Dictadura de la ley es imponer que ningún funcionario, por importante que sea, puede insultar públicamente a quien critique su gestión.
Dictadura de la ley supone que los malandros son unos y el bando de los policías son lo opuesto y distinto, que no se ligan, que no se confabulan y menos para delinquir, porque si tal fuera el caso el policía delincuente deberá pagar el doble de cárcel que el malandro y el juez que los suelte pagar el triple de la pena por la venalidad de su prevaricación.
Sé que es impropio usar la terminología que se hizo aborrecible de reivindicar la dictadura, pero lo hago de exprofeso para significar que no es una nueva formulita democrática la que nos sacará del atraso y la pendiente hacia el caos por el que vamos por un tubo en manos de demagogos de ayer y de hoy.
El estatismo debe retroceder a su mínima expresión. En lo económico social deben preservarse las ayudas que sean necesarias para evitar cuadros de privaciones por hambre, falta de techo, y sobre todo de salud y educación. Pero la mejor batalla contra la pobreza es generar millones de empleos productivos.
El Estado empresario arruina la capacidad productiva de un país. La gestión económica del Estado debe limitarse, en la medida de lo posible, a generar los soportes para que florezca la actividad privada.
Los enormes recursos fiscales deben invertirse en generar igualdad de oportunidades para todos y que cada quien asuma su barranco de costearse, en la medida de sus ingresos, el total de sus necesidades personales y familiares y ello es posible si cada quien genera sus propios ingresos sin que el estado tenga que meterlo en una nómina de burócratas de subempleados reposeros o de empresas chimbas, que cuestan dinerales al contribuyente y esos recursos entonces ahorrados deber ir a la seguridad de todos, a los niños, a la salud de todos, a las vías de comunicación, de transporte, a la educación de todos, al cultivo de las artes, al apoyo de los lugares de culto, de esparcimiento etc. etc.
Un caso especial de debate entre los venezolanos es la bendita PDVSA. Esta empresa fue arruinada y destrozada por el chavismo. Muchos quisieran sencillamente descuartizarla y venderla en pedazos. Eso no debe hacerse, pero menos todavía pretender mantener un monopolio de la producción y actividad petrolera que si se continúa con el esquema actual, veremos languidecer PDVSA hasta la quiebra, lo que fue en el pasado un portentoso negocio.
Necesitamos y podemos producir 7-8- 10 millones de barriles diarios, eso requiere unos trescientos mil millones de dólares de inversión. En este momento PDVSA aporta al fisco en números redondos US$ 90 mil millones anuales, pero debe US$ 150 mil millones y nadie más le presta. No pudiendo, ni menos debiendo, quitar un solo dólar a la inversión pública en salud, vialidad, educación, seguridad pensiones etc, lo estrictamente lógico es que se apele a la inversión privada nacional y extranjera, para asumir el objetivo de retomar nuestra vocación de eficiente y gran productor y exportador petrolero, y por supuesto no podemos seguir manteniendo chulos de medio mundo, el que quiera nuestro petróleo que lo pague.
El Estado venezolano se hizo elefantiásico, por supuesto también intervencionista contra la libertad de producción y comercio, sepulturero de libertades individuales y sobre todo voraz, delincuente y pésimo administrador del ingreso petrolero y de los impuestos de los ciudadanos.
El poder local del Cabildo y del Municipio tan enraizado en nuestra historia y sobre todo como realidad de vecindad de problemas y para sus soluciones, requiere en Un Nuevo Orden que promueva o imponga la elección directa de los funcionarios de cada localidad y que sean revocables por los ciudadanos y por encima de todo impedir, por todo los medios, la corrupción administrativa y la sustracción de fondos públicos.
Felizmente en la era de internet cada poder local o regional debe ser capaz de publicar diariamente todo ingreso superior a un bolívar y todo gasto superior a un bolívar. Un verdadero ejército de auditores pagados o ad honoren deberán poder acceder a ver cada cuenta pública en la WEB de cada Bolívar de cualquier dependencia que maneje recursos para los servicios públicos originados en los impuestos de los ciudadanos o del situado constitucional que se asigne desde el poder central.
La democracia tenemos que ganarla. Lo primero es garantizar que ser un servidor público no puede ser sinónimo de ladrón de dineros públicos. Tampoco puede tolerarse que lleguen a ser electos solo los que tengan fuertes apoyos financieros privados que esperan ventajas del poder una vez electos sus pupilos.
Leyes draconianas deben impedir la interferencia de dineros públicos o privados en la preferencia de promoción de candidatos. Los fondos de campaña preferentemente de origen público asignados de acuerdo a requisitos exigentes deberán poder ser escrutados públicamente, garantizando el Estado la igualdad de oportunidades previa selección y con requisitos de competencia profesional para aspirar a administrar fondos públicos.
Todo un arsenal de leyes para el control de manejos de fondos públicos deberá ser acompañado por previsiones de derecho civil y penal contra los infractores, dando en contrapartida que los electos, a los que se le supone honestidad, tengan un sueldo decente y los gastos de representación adecuados a su investidura, pero en ningún caso seguir tolerando la monstruosa costumbre de hacerse elegir para hacerse rico desde los cargos públicos.
Muchos lectores dirán apareció otro soñador, y mi única respuesta es que no estén tan seguros que estas sean solo ideas de un sueño y no como lo creo firmemente, que son las propuestas de una plataforma de acción de gobierno a la que le llegó su hora, después de haber visto este país lleno de oportunidades y caer exangüe saqueado por sus elites políticas y económicas con sus cómplices mediáticos.
De todas maneras nada pierdo con exponerlas porque o corregimos el rumbo en este sentido propuesto aquí o algo parecido, o sencillamente ya no tendremos ni siquiera oportunidad de discutir nada… porque en la barbarie africanizada solo quedará matarnos o entre devorarnos.
Créanmelo, estamos más cerca de lo que muchos desconfían de un cruce de caminos: o recomponemos este país o todo se termina de ir al fondo de una gigantesca letrina. O viene Un Nuevo Orden o viene el Caos.
Todo salida intermedia nos acerca al caos en peores condiciones, porque habría que agregarle al pasivo las nuevas frustraciones…y todavía hay tontos de capirote que creen que esto se arregla con nuevos concursos del CNE. Agarren mínimo viene una ruptura.