La industria petrolera se caracteriza por la complejidad en todas las fases de sus operaciones: exploración, producción, refinación, transporte. Todos esos procesos operacionales tienen en el ser humano un factor clave, por lo que la máxima atención a la seguridad es una responsabilidad ineludible de la gerencia. En el caso de nuestro país, los dirigentes culpan la accidentalidad exponencial de PDVSA en un supuesto sabotaje. Esto no hace más que resaltar la altísima irresponsabilidad por parte de Maduro, Ramírez y su combo.
El concepto de seguridad en la industria considera experiencias pasadas, las cuales resultan en normas para ser universalmente aplicadas, las mismas incluyen desde modificaciones en las plantas, su operación, mantenimiento y sobre todo el adiestramiento del personal para evitar eventos no deseados como los accidentes. Estas normas también indican cómo se deben monitorear incidentes petroleros, es decir, situaciones que no llegan a causar daños ni a las personas o las instalaciones, por ejemplo tan simple como la entrada a una planta de un trabajador sin implementos de seguridad, guantes, casco. Los incidentes, se pueden asimilar a los síntomas de una enfermedad para lo cual se deben tomar las medidas para evitar daños mayores. Un factor clave en la normativa de la industria es el mantenimiento de las instalaciones siguiendo los estrictos estándares, tanto el preventivo, ordinario y extraordinario. Por supuesto, es indispensable la actualización constante de las pericias del personal en donde para evitar incidentes, accidentes, la responsabilidad de la gerencia es evidente. Una practica diaria en la industria es antes de comenzar el trabajo, se realice la charla de seguridad. Todo lo anterior, se resume en un manual de normas y procedimientos que incluye todos los pasos a seguir en la eventualidad de presentarse un accidente.
No es para nadie secreto que los accidentes en PDVSA son recurrentes: basta recordar, entre otros, el hundimiento de la plataforma Aban Pearl y el derrame de crudo en el Río Guarapiche. También es imposible olvidar la tragedia de Amuay. Además de costar vidas humanas, esta accidentalidad recurrente le cuesta miles de millones a los venezolanos.
El análisis elaborado por el Centro de Orientación en Energía (COENER), titulado “Informe Investigación sobre la Explosión e Incendio ocurrido en la refinería de Amuay en Agosto 2012”, indica datos históricos que son alarmantes y que evidentemente demuestran la fallas en el manejo, respuesta y medidas correctivas en la tragedia que ocurrió en la refinería. El informe señala que en los accidentes que según los datos públicos recopila Gente del Petróleo entre 2003 y Junio del 2012, hubo 101 lesionados y 38 fallecidos en el área de refinación de PDVSA. El accidente de Amuay de Agosto 2012, con decenas de fallecidos y de heridos, además de daño a las instalaciones y a terceros, representa el mayor ocurrido en la industria petrolera venezolana. Los índices utilizados internacionalmente para medir la accidentalidad, indican que PDVSA sobre pasa en todos de manera negativa, creciendo todos los años desde 2003. Lo anterior, significa costos y pérdidas importantes para la nación. En el caso de Amuay, COENER estima 1.835 millones de dólares en pérdidas.
La situación se agrava cuando se considera las continua interrupciones en el funcionamiento de las refinerías Según un análisis de Reuters, en la actualidad el sistema de refinación venezolano, incluyendo a refinería Isla en Curazao, opera a un 74% de su capacidad, producto de las continuas fallas. Esta ineficiencia obliga a PDVSA a importar productos, tanto para satisfacer las necesidades del mercado interno como los compromisos a terceros. Hasta EEUU es un suplidor de productos para Venezuela: según la data del Departamento de Energía de ese país, durante el mes de Junio 2013, Venezuela importó 110 mil barriles diarios de productos de los cuales componente para gasolina fueron 28 mil barriles diarios.
Ignorando la situación actual de PDVSA, cuya accidentalidad es producto de la falta de medidas correctivas, incumplimiento en programas de mantenimiento y una gerencia incapaz que no asume sus errores ni sus responsabilidades, sale ahora Ramírez con una presentación e informe sobre la tragedia de Amuay hecho a la medida, cobrándose y dándose el vuelto, afirmando el supuesto sabotaje. Menciona el informe una situación de pernos y, espárragos perdidos, los cuales pueden ser explicados precisamente por la falta de mantenimiento y supervisión de las instalaciones. El gobierno busca excusarse con una explicación vacía como la de sabotajes, imponer en la Asamblea Nacional el retiro de la impunidad a diputados de la oposición o la descalificación de la gobernación de Falcón al informe de COENER. Todo lo anterior no resultará ni en soluciones, ni en los ingresos que el país requiere para salir de la crisis económica y social que vivimos. El mal manejo de lo público, como es PDVSA, también es corrupción.
@JFernandeznupa