No se trata de amigo lector de una apología del bolero a partir de aquella canción, de igual nombre, que popularizara Felipe Pirela con la Billo´s Caracas Boys.
Sin embargo, ese ritmo siempre refiere a historias de traiciones, desamores, amores ocultos o prohibidos.
El célebre «Bolerista de América» exitosamente pregonaba en Venezuela y luego en el Caribe: “Si yo pudiera borrar su vida, la borraría/ Aunque quisiera también así, borrar la mía. / Al conocerla nunca creí lo que decía; Pobre de mí, porque al quererla, me malquería. Soy malquerido por la mujer que yo más quiero/ Y ésa mujer vive conmigo queriendo a otro. He mantenido cuerpo y alma en un infierno, Soy malquerido pero dejarla por Dios, no puedo. Ay, que agonía, pobre de mí, ser malquerido/Aún así de noche y día vive conmigo”.
Y esa es, en cierta forma, la historia del IVA en Venezuela; es «un malquerido» a pesar de ser un impuesto moderno, neutral, fácil de recaudar pues involucra no solo al Seniat, sus funcionarios y sistemas sino a los empresas y su organización, personas naturales indicadas como contribuyentes, que emiten facturas en las cuales carga el impuesto causado, llevan libros, etc. y los consumidores finales; permite el acceso de los bienes y servicios locales al mercado internacional; es una herramienta de estructuración eficiente de las finanzas públicas; permite la definición de políticas redistributivas a través del gasto y la estabilización presupuestaria, mejora el flujo de caja del Estado, entre otras ventajas.
Ya en el informe Shoup elaborado en el seno de la Comisión para el Estudio del Sistema Fiscal Venezolano nombrada por el Ministerio de Hacienda y presentado en su versión preliminar el 22 de agosto de 1958, se mencionaba la necesidad de incrementar la recaudación interna no petrolera e ir buscando la diversificación de las fuentes de ingresos. Se mencionaba de soslayo al IVA, como un impuesto relativamente nuevo y de mucha complejidad que quizás para la época no era necesario incorporar pues hacía falta mayor experiencia en su gestión.
En el año de 1970 el Dr. Pedro Tinoco Ministro de Hacienda, presentó un propuesta de “creación de un impuesto general sobre las ventas de consumo final con carácter progresivo, de acuerdo al cual serían gravados en un 3% de su valor; las ventas de bienes suntuarios en un 15% y se dejaban exentos los bienes de consumo básico de la población”.
La Comisión de Estudio y Reforma Fiscal, nombrada por el Presidente Herrera Campins en 1983, y la cual participaron todos los sectores de la sociedad civil de entonces, emitió después varios años de intensa labor un Informe Final producto de un ambicioso plan de investigación con trabajos soportes, estadísticas, análisis de procedimientos administrativos y presupuestarios, etc. en los cuales se recomendaba la creación del IVA.
En 1989, después de diez años de franco deterioro de las finanzas públicas y abandono de la Administración tributaria en virtud de la patológica dependencia de la actividad petrolera sometida a condiciones exógenas sin mecanismos anticíclicos que permitieran maniobras presupuestarias para contrarrestar los efectos perniciosos de tal dependencia, el gobierno del Presidente Pérez presenta a la consideración del Ejecutivo el Proyecto de Ley de Impuesto General a la Ventas y a las Prestaciones de Servicios.
Nos interesa resaltar a los efectos de una mayor comprensión del IVA, su vigencia, su reforma imperiosa y futuro saber cómo fueron los hechos y los personajes que lo hacen ser «un malquerido».
En el año de 1993 el tino del Ministro Carlos Rafael Silva en el marco de la “Comisión Presidencial para la elaboración de los Decreto Leyes autorizados en la Ley Habilitante”, llevó nombrar un equipo entre los cuales que se encontraban Oswaldo Padrón Amaré, Jaime Parra Pérez, Rafael Silva, Leonor Filardo, y Alcides Jóvito Villalba y quienes con anterioridad teníamos la responsabilidad del Proyecto de Reforma Tributaria, desde el área económica y legal (Gustavo García Osio y este servidor). Fueron muchas las presiones a las que se enfrentó la Comisión. Desde el nombre de la Ley, que gracias a la intervención dura y políticamente correcta de Villalba hizo que unánimemente se le diera el nombre de “Impuesto al Valor Agregado” hasta las presiones, en algunas cuestiones exageradas y poco técnicas, de los Gobernadores que reclamaban para su competencia la atribución del IVA.
La negociación política y la asertividad de la Comisión Presidencial dieron paso a la creación del Fondo Intergubernamental para la Descentralización (FIDES) mediante Decreto Ley separado del aquél mediante el cual se procedió a la creación del Impuesto.
Muchos detractores tuvo el IVA, se juntaron en “Santa Cruzada” en su contra la gran mayoría de los sectores de la sociedad civil, quizás producto de la manipulación de los sectores políticos afectados, renegados de la modernización de las finanzas públicas pues, entre otras cosas, se buscaba que los nombramientos claves de la Administración tributaria no fueran partidistas; empresarios y la sociedad civil, que influenciados por la crisis política del momento rechazaron o se negaron a conocer el impuesto y su bondades, a pesar de los esfuerzos de los técnicos y de algunas instituciones gremiales.
No debe olvidarse la posición asumida por los Gobernadores en contra del impuesto, especialmente, los de Bolívar (Andres Velásquez) y Nueva Esparta (Fucho Tovar) que alentaron una modalidad de «desobediencia tributaria»: el primero, por razones estrictamente electorales; el segundo la inclusión del Puerto Libre en el ámbito de eficacia del IVA.
Esta posición extrema exponenció las debilidades técnicas de una aplicación gradual del IVA, en primera etapa a las ventas de bienes y prestaciones de servicio al mayor y luego al consumidor final.
Tal circunstancia llevó al gobierno del Presidente Caldera a ceder ante la presión de esos factores. El desconocimiento y la tirria al IVA llevaron al Presidente Caldera a dictar el 17 de febrero de 1994 los Decretos 51 y 52 que conllevo la restricción de las garantías económicas y la suspensión de la vigencia del impuesto.
La crisis económica y financiera impusieron la necesidad de una Ley Habilitante, la cual fue presentada por el Ministro de Hacienda Dr. Julio Sosa Rodriguez a consideración del Congreso de la República el 8 de marzo de 1994, conocido como «Plan Sosa», en el cual se contemplaba la creación del «Impuesto al Consumo Suntuario y las Ventas al Mayor”.
Previamente, el equipo liderado por el Ing. José Ignacio Moreno León, tratamos de convencer al Ministro Sosa de lo inconveniente y distorsivo de un impuesto a las ventas. El Ministro ofreció conversar con el Presidente y sus allegados, siempre y cuando asumiéramos el compromiso que si se mantenía la negativa, el equipo dejaría de insistir en el IVA.
La respuesta era conocida, el Presidente Caldera y sus más allegados se negaron: “la credibilidad de Caldera, radica en la eliminación del IVA”.
No obstante, en una combinación de tenacidad y complicidad del equipo se elaboró el Proyecto de Decreto con Rango y Fuerza de Ley de Impuesto al Consumo Suntuario y a las Ventas al Mayor”, en el que se mantenía la estructura del IVA, su esencia de traslación, la definición y configuración de sus hechos imponibles, la metodología de determinación, entre otros. Se procedió al alumbramiento de un IVA disfrazado con nueva identidad y ocultado la afectación a los consumos finales.
En las postrimerías del Gobierno del Caldera (1998), el Ministro Petkoff convocó a varias reuniones para persuadir a los parlamentarios de oposición (AD y COPEI) en la necesidad de la conversión del ICSVM al IVA y la asunción plena de su existencia. La negativa fue rotunda, se otorgó la Ley Habilitante solo para el tema de las prestaciones sociales.
Finalmente, llega el Presidente Chavez que en medio de su avasallante popularidad de 1999 menciono la necesidad del IVA, y lo llamó por su nombre, sin tapujos; procediendo a su creación, mediante Ley Habilitante (“la rabo e´cochino”), en septiembre de ese año.
Sin embargo, voceros económicos de peso y trayectoria en el gobierno como Haiman El Troudi y Cabezas han propugnado por su derogatoria pues no se compadece con el establecimiento de un «sistema tributario socialista».
Ayer lunes 16 de septiembre el IVA arribó a sus primeros 20 años, fue presentado en sociedad (vigente) el 1 de octubre de 1993.
Con todo y ser «un malquerido», parafraseando a Pirela, todos internamente cantan “pero dejarlo por Dios, no puedo” y “aún así de noche y día vive conmigo”.
Denlo por seguro, habrá «malquerido» para rato.
Por Leonardo Palacios Márquez.
(@NegroPalacios)