La Independencia venezolana buscaba, en el umbral del siglo XIX, alcanzar las libertades políticas, económicas y sociales. Y, por encima de todo, erradicar del suelo patrio, la arbitrariedad, la usurpación y la segregación. Pero, en el umbral del siglo XXI, la mayoría de la población venezolana siente que las cúpulas rojas de la “revolución”, mediante la arbitrariedad y la usurpación, le están secuestrado las libertades políticas. Así lo retrata, la difamación y persecución contra la oposición, el ataque contra los medios de comunicación privados y la presión, sobre ellos, para que despidan a los periodistas críticos. Situación que las delata, como colonizadoras de su propio pueblo.
En 1886, el tachirense Luis López Méndez (1863-1891), escribe: “Cuando la pluma calla, hablan las bocas de los fusiles; cuando la razón enmudece, truena la fuerza; y entonces lo que no se consigue por el libre juego de las instituciones se obtiene a costa de la sangre y la tranquilidad de los pueblos.” El gobierno de Maduro, al pretender mostrar la fuerza de su poder contra los medios de comunicación, busca callar la pluma; pero deja en evidencia su debilidad, su miedo ante la opinión pública, el temor que le tiene a la palabra y, da a conocer, que a lo que más pavor le tiene, es a la libertad. Y todo, porque jamás la ha entendido y desconoce que los gobernantes sabios crecen y son efectivos si atienden, de manera positiva, la crítica de los suyos y la de sus oponentes. Sin oposición y sin crítica, no hay democracia ni socialismo que valga. Quien manda a callar e impone la censura previa, es porque carece de argumentos para convencer y regir los destinos de los venezolanos.
La escritora estadounidense Susan Sontag, al recibir el Premio Jerusalén de Literatura 2001, dijo: “Las nociones de “libertad” y “derechos” han pasado por una degradación impactante en los años recientes. En muchas comunidades, a los derechos de grupo se les da mayor peso que a los derechos individuales.” De tal manera, el deber del Gobierno nacional, debería ser, el de impartir lecciones ejemplarizantes de ecuanimidad. La ministra de Comunicación, Delcy Rodríguez, de manera ligera, señala que: “los medios de comunicación privados están cartelizados y alineados”. Sería justo, que después de una evaluación crítica, dijera, que los medios de comunicación del Estado, no son ejemplares ni en veracidad ni en imparcialidad.
Víctor Vielma Molina/Educador/[email protected]