Elides J. Rojas: Socialismo del sabroso

Elides J. Rojas: Socialismo del sabroso

La muerte de Hugo Chávez dejó inconclusa una obra de vida importante. Asociado con los hermanos Castro, fue dinamitando poco a poco lo que de alguna manera, con sus fallas y todo, hacía pensar que Venezuela era un país; un país viable, además. Avanzó muchísimo es verdad. Pero faltó el remate. Aunque hay que reconocer que su decisión última, la que soltó en cadena antes de irse a Cuba y abandonar este mundo quién sabe en qué fecha, fue acertadísima.

Clave, determinante. Dejar a Maduro como heredero del desastre y con la obligación de continuar la obra, es la garantía de que esto va directo al desastre y antes de lo que la mayoría imagina. ¿Cómo hicieron para embarrancar a una nación con tantas posibilidades de salir empujada hacia el desarrollo o si no, al menos, hacia un Estado que realmente garantice la calidad de vida de sus habitantes? Para el fallecido no significó gran cosa. Bastó seguir las instrucciones de los hermanos Castro y depender de ellos hasta para morir. Con el heredero todo marcha por la vía rápida. De hecho, el sucesor, es infinitamente más capaz que el finado en esto de acabar un país. Mucha gente pensó cuando se supo lo de la designación a punta de dedo mágico, como es la preferencia de Jacqueline Faría, que Maduro podía frenar la caída en barrena, ampliar el marco de gobierno, trabajar en equipo con todos los factores y hasta pensar en algunos cambios que permitieran modernizar a este camastrón en el que convirtieron a Venezuela los militares castrocomunistas. Pero no. Se ha visto que, por el contrario, es letal. Es realmente peor que el finado, y eso ya es mucho decir.

El sucesor lo ha hecho también que a punta de devaluaciones terminó de destruir el tal bolívar fuerte que venía patulequeando en tiempos del finado, pero que para el sucesor fue cosa de un suspiro poner a morder polvo al viejo bolívar. Hace combos de devoluciones que abarcan a todos los tipos de cambio que existen en esta rara economía castrocomunistacapitalistaladrona. Empuja al innombrable al punto de que la gente cree que en diciembre saldrá rumbo a otra galaxia. Acabó con las pocas reservas internacionales que le dejó el comandante supremo. No puede entregar divisas a los sectores productivos hasta que no consiga dólares en el exterior. Más deuda, claro. Los chinos le aflojaron algo a cambio de pozos petroleros y eso le permitirá engañar hasta las elecciones. Por eso es que no hay ni papel toilette ni acetona ni nada. No es una guerra económica. Es el proyecto de los Castro, son los efectos de su aplicación por 14 años por el finado y por unos cinco meses por el eficiente sucesor. No hay frenazo.

Lo que queda es apretarse el cinturón y esperar el matracazo.

erojas@eluniversal.com / @ejrl

 

Publicado originalmente en el diario El Universal (Caracas)

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