1. ¿Qué te dices? Lo primero que puedes hacer es hacerte consciente de ese diálogo interno que mantienes contigo misma, y no nos referimos a “hace calor o frio” sino a esos pensamientos en primera persona: “al final me pasa siempre lo mismo” “no sé para qué me hago ilusiones” “¿a quién pretendo engañar?”.
2. Asume tus miedos y ¡adelante! Trata a tu miedo como a un amigo conservador, ultra-prudente y chapado a la antigua que, sin embargo, no está mal escuchar de vez en cuando qué tiene que decir. Gracias a él puedes caer en la cuenta de aquello que puedes mejorar pero, ¡nunca dejes que te bloquee el paso!
3. Ante la duda: ACTÚA. Cuando somos perfeccionistas, muchas veces lo que estamos haciendo es protegernos del posible fracaso, no llegando nunca a terminar nuestra tarea para no tener que evaluar su resultado. A veces ni siquiera comenzamos algo que deseamos hacer, “por si” nos sale mal. Así que, destierra esos “por si” y ¡actúa!
4. Quien diga que hay un solo camino hacia el éxito y que se puede conseguir sin errar… o es un extraterrestre o que se caiga de la cama y se despierte. Acepta los errores. Míralos como algo positivo, pues con ellos aprendes.
5. Si impones tu voluntad, en un principio te puede parecer que tu autoestima sube a las nubes pero antes o después se caerá de bruces, porque ten en cuenta que cada persona es libre como lo eres tú, así que ¡vive y deja vivir! Ceder de vez en cuando, te beneficiará tanto a ti como a los demás.
6. Acepta tu realidad, acepta tu vida y tus hechos pasados: “a lo hecho pecho”. Quiérete imperfecta y verás cómo tu autoestima es perfecta
7. No te humilles tú para congraciarte con los demás. La pusilanimidad no ayuda a nadie a salir de su agujero y lo único que conseguirás es hundirte también en el fango.
8. Confía en tus dones, que son muchos. Juego de palabras: “No te preocupes por lo que no tienes y ocúpate con lo que sí tienes. Lo que ya tienes, te ayudará a conseguir lo que no tienes”.
9. Disfruta cada momento y celebra tus retos; esto es vivir.
10. Agradece siempre que puedas. No seas desagradecida: no escatimes en dar las gracias a los demás y a la vida por todo lo que tienes.
11. No te centres en tu autoestima por encima de los demás o de cualquier otro asunto. ¡Cuidado con el ego! La protección de la autoestima puede ser una excusa para no tomar acción o no dar nuestro afecto a otros, y al final solo conseguimos quedarnos bloqueados y solos.
12. ¿Te has dado cuenta de que cuando te quejas y te quejas tu cerebro busca razones para justificarte y cada vez lo ves todo más negro? Sé consciente de tus quejas diarias y proponte reducirlas; te harás un favor a ti y a los que te rodean.