En el fondo, lo importante es Ser de Maracaibo, lo cual es más trascendental porque implica una vivencia que va más allá del sólo hecho de nacer en la capital del Zulia.
Ser de Maracaibo significa sentido de pertenencia y entrega a la ciudad. Vivirla, disfrutarla, sufrir y luchar por ella. Es nacer en Maracaibo, vivir Maracaibo, crecer en Maracaibo, casarse en Maracaibo, tener hijos en Maracaibo y dedicarse por entero a Maracaibo, porque de otra manera no se entiende Ser de Maracaibo.
Ese es el indiscutible gentilicio maracucho, marabino o maracaibero que caracteriza a una mujer como Evelíng de Rosales, cuya vida está permanentemente ligada a la tierra de Udón Pérez y Baralt donde todos la conocen y ella, igualmente, los conoce.
Existe un dicho: “en Maracaibo, todos nos conocemos”. Y es verdad. Desde el cepillaero, el vendedor de pastelitos y mandocas, la costurera, la ama de casa, el vendedor ambulante en los semáforos, el conductor del “por puesto”, el gaitero hasta el estudiante, todos en general, saben quién es Evelíng de Rosales y ella los conoce porque forma parte de la idiosincrasia.
Evelíng de Rosales es una reconocida ciudadana de nuestra sociedad, madre de diez hijos y esposa de uno de los hombres que más le ha hecho al Zulia (incluyendo obviamente a Maracaibo), como es Manuel Rosales, un gobernante moderno y transformador cuya obra está por doquier e, incluso, es reconocida por sus adversarios políticos.
Siempre a su lado, aprendiendo y ayudando a la gente, esta valiente mujer tuvo que enfrentar la coyuntura adversa de la persecución política contra Manuel Rosales y ha sorteado con firmeza y entereza su exilio, una acción injusta, una retaliación política contra quien es un gran líder.
Nada fácil para una mujer que pasó a ser la cabeza y jefe del hogar y a quien el destino la llevó a asumir el compromiso de ser la alcaldesa de Maracaibo, la ciudad de sus sueños de niña, joven y madre. Otra mujer, en cambio, quizás hubiera optado por dedicarse por entero a su familia pero, sin embargo, Evelíng, decidió invertir su tiempo y esfuerzo entre su familia y el Municipio, asumiendo dos roles importantes que comparte por igual.
En su cargo de burgomaestre, Evelíng de Rosales ha demostrado ser una mujer con capacidad de administrar, gerenciar un municipio y, al mismo tiempo, capaz de soportar la férrea oposición del gobierno nacional y sus críticas desproporcionadas que, más allá de la ofensa política, rayan en el vilipendio personal a su condición de mujer y dama ejemplar. Ella se mantiene incólume ante una feroz campaña oficialista, sin perder el norte de su trabajo con las comunidades.
Sabe sortear todas esas desmedidas críticas porque tiene un objetivo, un compromiso: el progreso de Maracaibo cuyo único fin es beneficiar a todos sus residentes, sin importar el color político, en razón de que los maracuchos, marabinos o maracaiberos, han sido sus vecinos de toda la vida, su propia gente, y depositaron en ella, la alcaldesa, su fe y esperanza porque la conocen muy bien.
Desde la simpatía que irradia hasta la autoridad que emana de su personalidad, Evelíng de Rosales es una mujer que representa la unidad, frase que en la actualidad política se traduce en compromiso por el país, en mejor esperanza de vida, en libertad ciudadana.
Esa es Evelíng de Rosales, una excelente candidata de la Mesa de la Unidad Democrática, una instancia política donde se agrupan partidos y organizaciones civiles que buscan el bienestar de la gente, la prosperidad, el progreso para salir de esta crisis de escasez alimentaria, inseguridad, corrupción e intolerancia en tiempos de gobierno de Maduro.
Eveling de Rosales es unidad de todos los maracuchos, maracaiberos o marabinos para preservar a Maracaibo como el Municipio símbolo de la libertad en Venezuela. Es una alcaldesa que ama y siente a la ciudad, de allí el compromiso de ir todos a respaldarla el próximo 8 de diciembre.
@exequiades