No soy abogado ni estudioso de los temas del derecho internacional, pero me desempeñé como diplomático en la Embajada de Venezuela en Londres, justo “when the Falkland war started”, como dicen los ingleses, hasta 1987 cuando por esos avatares de la política venezolana me vi en la situación de tener que regresar a Caracas. En esos años, por razones del trabajo tuve que leerme una serie de libros, manuales diplomáticos, textos jurídicos del derecho internacional público que regulan la actividad de las misiones diplomáticas de los Estados. Entre ellos la Convención de Viena sobre las relaciones diplomáticas (1961) que en el artículo 3 textualmente establece: “1. Las funciones de una misión diplomática consisten principalmente en: a. representar al Estado acreditante ante el Estado receptor; b. proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus nacionales, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional; c. negociar con el gobierno del Estado receptor; d. enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los acontecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado acreditante; e. fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor. 2. Ninguna disposición de la presente Convención se interpretará de modo que impida el ejercicio de funciones consulares por la misión diplomática”.
Bueno, resulta que la semana pasada fueron declarados persona “non grata”, por una visita oficial pública que realizaron al estado Bolívar, los funcionarios diplomáticos de la embajada de Estados Unidos en Venezuela, Kelly Keiderling encargada de negocios, Elizabeth Hoffman secretaria adjunta de asuntos políticos, y David Moo vicecónsul, acusados de saboteo y conspiración cuando realmente lo que estaban haciendo estos diplomáticos estadounidenses era ejerciendo el literal d del artículo 3 de la Convención de Viena, señalado anteriormente; tal como trabajan todos los diplomáticos acreditados en el país, al reunirse con todo tipo de venezolano en actividades políticas, económicas, deportivas, culturales, sociales, etc. Y como también como deben trabajar las actuales misiones diplomáticas venezolanas en el mundo. La expulsión de estos diplomáticos, en estas circunstancias, cuando las relaciones entre Estados Unidos tendían a normalizarse, tiene una naturaleza extraña y propósitos inconfesables; ya que si alguien sabe de conspiración en este país son precisamente quienes hoy están en el Gobierno; lo venían haciendo en Venezuela y Latinoamérica desde la década de los años sesenta bajo las órdenes de Moscú, Beijin y La Habana. Pero en las próximas elecciones de alcaldes y concejales el 8 de diciembre, a los conspiradores del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, es a quienes el pueblo venezolano va a declarar “gobernantes no gratos” y expulsar del gobierno local con el voto mayoritario.
@CastilloHernan
Prof. Hernán Castillo, Ph.D.
Universidad Simón Bolívar USB
Caracas-Venezuela