¿Hollywood en peligro?

¿Hollywood en peligro?

Qingdao. Si no os suena el nombre, ir mirándolo en el mapa, porque el hombre más rico de China está dispuesto a convertir esta ciudad en un lugar de referencia mundial

 

Qingdao es una ciudad costera en la provincia nororiental china de Shandong. Es uno de los principales destinos turísticos del país, debido a su playa y clima suave, su tradición culinaria llena de marisco fresco y su arquitectura europea fruto de su pasado como concesión alemana. En Qingdao se celebra el Festival Internacional de la Cerveza y se produce la popular cerveza Tsingdao, la más famosa de China. Una importante comunidad de surcoreanos y japoneses reside en la ciudad, ofreciéndole un aire cosmopolita a ojos de las localidades vecinas. Y por si fuera poco, Qingdao está hermanada con Bilbao… ¿Qué más se puede pedir?

Pronto, además, Qingdao podría ser conocida como la meca del nuevo orden cinematográfico mundial. El pasado 22 de septiembre, el multimillonario chino Wang Jianlin presentó al mundo un proyecto de 50.000 millones de yuanes (más de 8.000 millones de dólares) para construir en esta ciudad el estudio cinematográfico más grande del mundo. La presencia en el evento de estrellas de Hollywood como Leonardo DiCaprio, Nicole Kidman y Catherine Zeta-Jones dejaron patente las aspiraciones internacionales del proyecto, que junto a un parque temático y a un Festival Internacional de Cine busca convertir a Qingdao en la nueva meca mundial del cine. ¿Debería Hollywood preocuparse?

El complejo diseñado por Wang Jianlin recibirá el nombre de “Qingdao Oriental Movie Metropolis” (??????), contará con el mayor estudio cinematográfico del planeta (10.000 metros cuadrados), el único estudio cinematográfico bajo el agua del mundo, un parque temático similar al de Universal Studios, un museo del cine, un museo de cera dedicado a estrellas del séptimo arte y un centro de proyecciones con salas que podrán llegar a albergar a hasta 4.000 personas. Y por supuesto, para rentabilizar semejante inversión, no faltarán ocho complejos hoteleros, un club náutico, una calle de bares y restaurantes y hasta un hospital.

Se espera que la primera fase del proyecto abra sus puertas en verano de 2016 y el complejo entero esté finalizado en 2017.

No se vayan todavía… aún hay más. Dalian Wanda, el gran grupo empresarial del turismo, la construcción y el entretenimiento del multimillonario Wang Jianlin, ha alcanzado también un acuerdo preliminar con la Academia de Cine de Estados Unidos, la encargada de organizar los Oscars, a través del cual recibirán el apoyo necesario para organizar el Festival Internacional de Cine de Qingdao, a celebrar de forma anual en septiembre. Cuatro de las principales agencias de talentos audiovisuales del mundo (CAA, WME, UTA e ICM) se han comprometido a invitar a 30 estrellas internacionales del celuloide para que adornen la alfombra roja del evento, que tiene previsto comenzar en 2016.

¿El objetivo de semejante grandilocuencia? Convertir a China en una autentica referencia en la industria del ocio mundial. El país asiático es ya en la actualidad la segunda potencia cinematográfica, pero las cifras anuales parecen conseguidas a base de talonario y proteccionismo comercial de la industria patria. La realidad es que son muy pocas las propuestas nacionales que conquistan al público chino, que suele volcarse con las escasas películas estadounidenses, japonesas o surcoreanas que llegan a las salas de cine de China y que son percibidas como mucho más creativas, entretenidas o, tristemente, glamurosas.

Explicado de forma sencilla, la situación es la siguiente: en China se estrenan unas 20 películas nacionales al mes, pero el Top 10 suele estar dominado por las tres o cuatro películas extranjeras que la Administración Nacional de Cine, Televisión y Radio de China permite estrenar en el país durante dicho periodo. A lo largo de un año, menos de diez películas chinas suelen tener la calidad o interés suficiente como para despertar la atención de las cadenas internacionales de distribución.

Dalian Wanda parece decidida a cambiar el impacto cultural de China en el mundo, y al menos en principio, cuenta con los recursos, capacidad y contactos necesarios para, si no conseguirlo, al menos intentarlo. Este gigantesco grupo empresarial que se enriqueció en el sector inmobiliario finalizó el pasado junio la compra dela cadena estadounidense de cines AMC, autoproclamándose inmediatamente como el mayor operador de salas de cine del mundo. Con decenas de centros comerciales, hoteles de cinco estrellas y complejos de ocio por todo el planeta, Wanda ha puesto sus miras en una expansión internacional que parece no tener límite. Wanda y su directiva cuentan además con envidiables contactos en el gobierno chino, ya que su presidente Wang Jianlin pasó 17 años en el Ejército Popular de Liberación de China y se enriqueció al recibir la gerencia de una empresa de propiedad estatal. A partir de entonces, la concatenación de éxitos, expansiones y adquisiciones lo ha convertido en el hombre más rico del país.

Su próximo objetivo: impulsar el peso económico de la industria cultural china y mejorar la presencia y glamour de la cinematografía china a nivel internacional. Pero Hollywood podría no tener que preocuparse a corto o medio plazo, ya que el país asiático cuenta con una importante carencia creativa en su producción cultural y un creciente rechazo y falta de interés por sus propuestas cinematográficas y televisivas incluso entre el propio público chino.

Si este tipo de proyectos faraónicos no vienen acompañados de una relajación en el control de temáticas o tratamientos cinematográficos y no se realiza una apuesta por la creatividad más joven y desenfadada, el maravilloso complejo de Qingdao bien podría estar condenado al desastre, convirtiéndose en un gigantesco plató para las mismas series de televisión y películas chinas que se producen hoy.

Probablemente conscientes de ello, Wanda se ha asegurado ya diversos acuerdos con estudios de cine internacionales para rodar 30 películas extranjeras al año en las instalaciones de la inminente metrópolis cinematográfica de Qingdao, así como 100 películas chinas.

Veremos si este ambicioso proyecto consigue materializarse en la aparición de una industria que logre captar el interés y la cartera de los espectadores chinos e internacionales, o si el gigantesco desembolso de Wanda acaba de la misma manera que los Festivales de Cine de Beijing y Shanghai, ignorados por el público y los medios de comunicación al estar gestionados y vigilados por una burocracia gubernamental completamente ajena a la industria del entretenimiento.

 

Vía ZaiChina

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