Por primera vez en la historia, un grupo de científicos descubrió los restos de un gran asteroide rico en agua fuera del sistema solar, lo que sugiere que la vida podría ser posible en otros planetas.
Jean-Louis SANTINI/AFP
Nunca antes se había logrado detectar fuera de nuestro sistema solar agua y un cuerpo rocoso – los “dos elementos clave” para que un planeta sea habitable -, subrayaron los investigadores de un estudio europeo publicado el jueves por la revista estadounidense Science.
Las observaciones anteriores realizadas sobre 12 exoplanetas destruidos cuyos restos orbitaban alrededor de enanas blancas – estrellas al final de la vida que agotaron su combustible nuclear – no habían mostrado la presencia de agua.
El estudio publicado el jueves se centra en los restos de un asteroide que tuvo al menos 90 kilómetros de diámetro, que están en órbita sin duda con otros planetas alrededor de una enana blanca bautizada como GD 61, situada a unos 170 años luz de la Tierra (cada año luz equivale a 9,46 billones de kilómetros).
“En esta etapa de su existencia todo lo que queda del cuerpo rocoso es el polvo y los escombros alrededor de la estrella moribunda”, comentó el profesor Boris Gänsicke, del Departamento de Física de la Universidad de Warwick, Reino Unido, uno de los principales coautores del estudio.
“Pero este cementerio planetario es una rica fuente de información”, subrayó: “estos restos contienen evidencia química que revela la existencia de este antiguo asteroide rocoso rico en agua”.
Un planeta enano con un 26% de agua
Los astrónomos también detectaron entre los escombros magnesio, silicio, hierro y oxígeno, ingredientes claves de las rocas.
Los planetas rocosos como la Tierra se forman por la agregación de asteroides y “el hecho de encontrar tanta agua en un cuerpo celeste grande significa que los materiales que forman los planetas habitables y estos planetas existieron o todavía existen en el sistema solar GD 61 y probablemente en otros numerosos sistemas similares”, señaló Jay Farihi, astrofísico del Instituto de Astronomía de Cambridge, el principal autor de este descubrimiento.
El asteroide, que pudo haber sido un planeta enano, se formó con un 26% de agua, una proporción similar a Ceres, en nuestro sistema solar. En comparación, la Tierra es muy seca: el agua representa solo el 0,02% de su masa.
De acuerdo con estos astrofísicos, el GD 61 agotó su combustible hace 200 millones de años para convertirse en una enana blanca. Una parte de su sistema planetario sobrevivió, pero no los asteroides y los planetas enanos.
Para esta investigación, los científicos se basaron principalmente en observaciones hechas a partir de un espectógrafo a bordo del telescopio espacial Hubble. AFP