El pasado 12 de octubre, Día de la Raza como se conoce en el mundo, o de la Resistencia Indígena, como demagógicamente fuera bautizado por el difunto, estuvimos de nuevo en la Guajira. Alitasía, comunidad intercultural presidida por el antropólogo Nemesio Montiel Fernández, fue el escenario.
Allá, frente a la Laguna del Pájaro, sentimos toda la magia de aquellas tierras y su gente. Renovamos compromisos e intercambiamos ideas sobre la situación. Cada vez que voy encuentro todo peor. Como el resto de Venezuela, la Guajira sufre los embates del abandono, la indiferencia, la corrupción y una insólita militarización, más por la forma que por el fondo, que reprime a quienes no debe, pero cómplice para dejar inmunes a los protagonistas de los delitos fundamentales.
Estuvieron algunas autoridades universitarias como la vicerrectora académica y la directora de la extensión universitaria de La Universidad del Zulia, institución siempre consecuente. Fueron invitados los candidatos a alcaldes del Municipio Guajira. Afectos al gobierno unos, opositores tenaces otros, con coincidencias fundamentales en el diagnóstico y en las soluciones.
Hay muchos de ambos bandos, pero extrañó la ausencia del candidato formal de la MUD.
Graves problemas de agua, electricidad, vialidad, transporte, educación, salud, falta de empleos estables, desinversión, competencia existencial en el comercio informal, acoso militar, cierre de oficinas del gobierno nacional que existieron toda la vida cerradas o eliminadas, como la vieja DIEX, Saime actual y, entre otras cosas, abandono total de proyectos integrales para el problema del agua potable, como el Winca y El Brillante y otros que no caben en la extensión de estos comentarios.
Llegó la hora de luchar por un cambio irreversible. Cada Municipio lo reclama.