Destrucción cuyo máximo responsable fue el señor Chávez, luego sucedido por el señor Maduro, tanto en el cargo como en la destrucción. O qué otra denominación se le puede dar al hecho de haber recibido y despachado el equivalente de 1.500 millardos de dólares en ingresos fiscales –gracias a la bonanza petrolera más caudalosa y prolongada de la historia, y que de eso no queden más de 8 millardos disponibles, y encima con una deuda externa multiplicada por 10 que ya sobrepasa los 200 millardos de dólares. Si eso no es destrucción, nada es destrucción…
Jorge Giordani es el más antiguo y el más dogmático del referido trío Se trata de una figura extraña por su fama de honestidad pecuniaria en medio de una jauría tan depredadora. La más de las veces luce como un burócrata de las épocas del Comecon, o la versión económica del Pacto de Varsovia entre la Unión Soviética y sus satélites de Europa oriental. Pronto cumplirá 15 largos en el gabinete, con algunos pocos interregnos.
Un récord cronológico, que fuera lo de menos, porque lo más resaltante es la dimensión del daño infligido en lo económico-social. Daño que se llega a considerar irreversible y no necesariamente por los alarmistas. Maduro lo llama “maestro” y seguramente que merece el título. También merece que sus ejecutorias sean estudiadas para que se pueda comprender cómo fue posible malbaratar una oportunidad económica de las dimensiones de la venezolana en el siglo XXI.
Rafael Ramírez pasa a la historia como el que acabó con Pdvsa. En vez de producir 5 ó 6 millones, como debería, produce la mitad de 5. Endeudada hasta la coronilla. Descapitalizada en lo humano, técnico y financiero. Otro milagro al revés en la sostenida bonanza. Más cosmopolita que Giordani y con resonancias muy diferentes en lo dinerario, tiene una cierta experiencia laboral en el sector privado y desde hace un semestre se le aprecia más abierto con el capitalismo petrolero internacional. Alega que el dólar paralelo es el enemigo número uno del país, pero siguiendo la estela de la lógica, entonces los responsables de que exista un dólar paralelo que cuesta casi 7 veces más que el oficial, deberían ser los enemigos principales. ¿O no?
Nelson Merentes se percibe como el menos sectario de los tres. Recién declaró que se necesita estimular la producción nacional, reducir las importaciones y producir más petróleo. Es decir, todo lo contrario de lo que ha venido consiguiendo la llamada “PEB”, o “política económica bolivariana”, por él representada durante más de una década. Y si bien es cierto que más vale tarde que nunca en materia de rectificaciones, también lo es que se trata más de retórica que de propósito de enmienda.
Ramírez, Giordani, Merentes, en ese orden o en otro, no pueden resolver la titánica crisis económica, porque ellos han sido y son sus ejecutores más notorios. Y ésta seguirá ahondándose mientras ellos y Maduro se aplaudan a sí mismos.