Desde la antigüedad clásica se ha advertido que la palabra pública es una forma especialísima de poder político. También que todo tirano emplea la mentira y la torcedura de la realidad para hacer prevalecer sus injusticias. El comunismo, tanto europeo como caribeño, es una prueba palpable de esa gran verdad. Las estructuras de mentira y de propaganda de los regímenes marxistas apuntan directamente a enajenar la consciencia de los ciudadanos que sufren los embates totalitarios. Y la revolución bolivariana no ha sido la excepción. Su marxismo ha creado una simbología para sojuzgar a las personas y controlar la realidad con un lenguaje seudo-moralista y bolivariano. Los venezolanos hemos vivido catorce años a través de los cuales ha nacido, ha crecido y se ha consolidado un sistema de comunicaciones totalitarias que, como bien recuerda Havel, maravilla a multitudes con mentiras de fascinación y aterroriza a quienes quieren preservar incólumes sus consciencias. No otra cosa son el SIBCI, las misiones de talante educativo y los medios autocensurados.
En este sentido, la derrota del totalitarismo encabezado por Nicolás Maduro exige el rescate de la palabra pública, la dignificación del discurso de políticos y gobernantes. Es necesario que el leguaje sea purificado, es decir, que vuelva a denotar las cosas tal como son y que se aleje de artificios e irrealidades. Hay que llamar las cosas por su nombre: mentira a lo que es mentira, injusticia a lo que es injusticia y maldad a lo que es maldad. Y todo ello aunque el régimen se empeñe en tergiversar las cosas con propaganda o se nos tilde de radicales. Al respecto, es valiosísimo el consejo final de Havel a la comunidad cubana: “La experiencia de mi país es simple: cuando se ahonda la crisis interna del sistema totalitario hasta el punto en que es evidente para todos, y cuando un número cada vez mayor de personas logra emplear su propio lenguaje y rechazar el lenguaje charlatán y mentiroso del poder, la libertad se encuentra sorprendentemente cerca, incluso a corto alcance. De repente salta a la vista que el rey está desnudo”. Y eso es, precisamente, lo que ocurre en Venezuela: el régimen bolivariano, de naturaleza totalitaria, ahonda su crisis interna y ante todos se hace evidente su maldad intrínseca. Nicolás, Diosdado y los cubanos castro-comunistas están desnudos y la libertad se encuentra sorprendentemente cerca…
Secretario Nacional de Doctrina de Primero Justicia
Presidente de la Fundación Caracas Mía
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