América Latina precisará inversiones en energía del orden de 1,3 billones de dólares en los próximos 20 años, estimó el jueves el vicepresidente de Energía de CAF, Hamilton Moss, en la presentación en Montevideo de un informe energético regional editado por el organismo.
“En los próximos 20 años precisaremos 1,3 billones de dólares (1.3 trillon) en inversiones en energía”, señaló el brasileño Moss, destacando que eso implicará un esfuerzo de públicos y privados en conjunto.
“Para conseguir recursos si juntamos todos los bancos multilaterales no será suficiente”, advirtió.
El informe “Energía: una visión sobre los retos y oportunidades en América Latina y el Caribe”, patrocinado por Banco de Desarrollo de América Latina-CAF y del que participaron ocho organizaciones regionales, pretende brindar al sector político un panorama sobre los desafíos energéticos que enfrentará la región en el corto, mediano y largo plazo.
En ese sentido, Mauricio Garrón, especialista en energía de CAF, advirtió que “la integración energética sigue siendo un tema pendiente” en la región, pero también se debe avanzar en la eficiencia energética, el desarrollo de todas las fuentes energéticas y la innovación tecnológica, en la que está “muy rezagada”.
En el sector eléctrico, aunque con un 94% la región presenta globalmente la cifra de electrificación más alta del mundo en desarrollo, esto implica que unas 30 millones de personas todavía carecen de energía eléctrica. De estas, se estima que 21 millones son pobres y la mayor parte vive en áreas rurales; al menos una tercera parte de la población rural de América Latina y el Caribe sigue sin acceso a servicios de electricidad.
Además de su disponibilidad física, es fundamental “que la energía sea asequible”, advirtió por su parte Victorio Oxilia Dávalos, secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE). “De nada nos sirve tener una energía cara que no pueda ayudar al desarrollo industrial y a que la energía llegue a todos”, enfatizó.
Según el informe, la inadecuada cobertura energética de la población pobre incide en la salud, la igualdad de género, el trabajo infantil y las posibilidades de acceder a la educación.
AFP