Tráfico sofocante, choques múltiples e incluso emboscadas a conductores. Las hordas de motociclistas de Venezuela son un problema de cada vez mayor envergadura para el nuevo gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Daniel Wallis / Reuters
Denunciados por los medios como una “plaga”, proporcionan transporte esencial, rápido y barato, pero a menudo son culpados por la anarquía en las calles y del número aterrador de homicidios, secuestros y robos que aquejan al país.
Algunos también los ven como tropas de choque del fallecido Hugo Chávez, quien impulsó políticas socialistas radicales durante sus 14 años en el poder antes de morir de cáncer.
Para muchos simpatizantes de la oposición que viven en las zonas más ricas de la capital Caracas, los motoristas son la cara pública de los bajos fondos.
Pero la mayoría de estos “motorizados” dicen que están tratando de ganarse el pan como taxistas y mensajeros en una congestionada ciudad que los necesita desesperadamente, y aseguran que están siendo culpados injustamente por los delitos de unos pocos pillos.
Antes de morir en marzo, Chávez eligió como su sucesor a Maduro, pero el ex sindicalista apenas pudo ganar las elecciones por estrecho margen. Ahora enfrenta el gran reto de acabar con el desorden asociado con los motorizados y mantener a la vez la simpatía de a esa enorme masa electoral.
“Son un problema”, dijo el ministro del Interior y Justicia, Miguel Rodríguez, durante el lanzamiento de una estrategia para controlar a los cientos de miles de motorizados. “No todos, pero hay muchos que piensan que están en el lejano oeste”, agregó.
Hay muchos que se comportan atrozmente, dijo Rodríguez, manejando por las aceras, golpeando los retrovisores de los autos a medida que entran y salen de tráfico e insultando a peatones y choferes por igual. Pero algunos están involucrados en ofensas más graves, como secuestros y tiroteos.
“Amigo motorizado”
En los últimos meses, cortejos fúnebres de decenas de motocicletas se han vuelto cada vez más regulares, con los motorizados a veces fingiendo atascos para romper las ventanas de los autos y asaltarlos a punta de pistola.
Venezuela sufre una de las tasas de homicidios más altas del mundo, y los crímenes violentos son la preocupación primordial de quienes acudirán a las urnas el 8 de diciembre para elegir alcaldes y concejales, en lo que será la primera prueba electoral de Maduro como presidente.
El nuevo plan del Gobierno incluye reuniones de alto nivel con los grupos de motorizados para mejorar las relaciones con las fuerzas de seguridad y obligarlos a respetar las reglas básicas de seguridad vial.
Los funcionarios también están tratando de ganarse a los motoristas mediante la construcción de refugios para que no sea necesario que se apiñen debajo de un puente cuando llueve reduciendo el tránsito a un solo carril.
“Amigo motorizado…” inicia una lista de reglas en uno de los refugios, por debajo de un paso elevado cerca del centro de Caracas llamado La Araña. El uso de drogas o alcohol está prohibido, dice el letrero, como lo están el “mantener contiendas y disputas”.
La mayoría de los motorizados pertenece a cooperativas de mototaxis o son parte de un ejército de mensajeros que trabajan para empresas, departamentos gubernamentales y particulares. El nombre también se utiliza para los motoristas en camiseta roja que poblaban los mítines de Chávez.
A pesar de su mala imagen, la oposición sabe que no puede obviarlos del todo ya que, a menudo, son la única opción para superar el caótico tráfico capitalino.
Políticos de ambos bandos aseguran que el conocimiento de la calle de los motorizados podría ayudar a combatir la inseguridad.
“No queremos que los vecinos los perciban como una amenaza, sino como personas que ayudan a combatir los problemas”, dijo Ramón Muchacho, candidato opositor a la alcaldía del rico municipio capitalino de Chacao.
Allí, en el norte de Caracas, la alcaldía ha registrado cerca de 50 cooperativas de mototaxis y está avanzando a una velocidad de alrededor de 10 nuevas cada seis meses.
El legado de Chávez
En un tímido esfuerzo por elaborar un registro de las motos en el país, el Gobierno ha inscrito unas 300.000, pero grupos empresariales locales estiman que hay alrededor de un millón.
El crecimiento exponencial en la última década se debe a los acuerdos que firmó Chávez con China, que inundaron el país con motos que se venden a unos pocos cientos de dólares, y a los programas sociales que permitieron a las personas más pobres considerar la compra de su propio medio de transporte.
Para muchos de los motorizados, Chávez asumió un estatus cuasi divino. Una encarnación de la cultura motorizada durante el gobierno de Chávez fue Arquímedes Franco, un popular líder motorizado de Caracas que, según el propio Chávez, fue vital en la recuperación la senda constitucional tras un golpe de Estado en su contra en el 2002.
Pero en los años que siguieron, las pandillas de motorizados también se hicieron famosas por los ataques contra una estación de televisión y contra activistas de la oposición durante una protesta en una plaza del municipio Chacao.
En el 2007 Franco fue asesinado por hombres armados mientras compraba en una carnicería en un barrio de la capital.
“Un verdadero revolucionario. Lo asesinaron”, dijo Chávez durante uno de sus programas dominicales “Aló, Presidente”.
El cuerpo de Franco yace en una modesta tumba conocida como “La Tumba del Motorizado” en un cementerio en la periferia de Caracas.
En una tumba cercana, un joven motorizado y su novia beben cerveza de una lata cubierta con una bolsa de papel marrón. Ambos llevan cascos baratos de plástico negro que en muchos países apenas servirían como equipo de ciclismo.
Han venido a presentar sus respetos a un amigo muerto en un accidente.
Los accidentes de motocicleta son tan comunes que se refieren a ellos en la prensa como un problema de salud pública, y se estima que cada hospital de Caracas admite al menos 100 motociclistas lesionados cada semana.
Una gran sala de emergencias ha sido bautizada por los motorizados como la “Sala de Bera”, en honor al fabricante de motos chinas. Los fines de semana, el número de ingresos se duplica.
Presa de los delincuentes
La gasolina venezolana es la más barata del mundo, pero la tasa anualizada de inflación de casi el 50 por ciento a septiembre está presionando la administración de Maduro para mostrar mejoras económicas.
Hay una lista de espera de alrededor de un mes para adquirir motos de pequeña cilindrada que casi han duplicado su precio en los últimos dos años a la par de los repuestos.
“Los cauchos (neumáticos) que estaban a 500 bolívares hace un año, ahora están en 1.500 bolívares”, dijo Luis Amundaray, un motorizado de 22 años en su casa, ubicada en lo alto de Petare, uno de los barrios pobres más grandes de América. “Es difícil”, agregó.
El padre de Luis Amundaray, José, de 52 años, asegura que los conductores jóvenes de mototaxis son un blanco fácil para los delincuentes.
“Los matan todo el tiempo para robarles las motos”, dijo tomando asiento en la sala de su casa bajo una foto icónica de Hugo Chávez empapado por la lluvia en su último acto de campaña.
Según la policía venezolana de investigaciones científicas, CICPC, en Caracas se roban aproximadamente el doble de motos que autos.
Una mañana de hace seis meses, Amundaray sufrió el robo de su moto mientras estaba en una oficina haciendo unos encargos.
“Yo salí, y ya la habían tomado (…) Tuve suerte, supongo”, dijo encogiéndose de hombros.
Manifestaciones y recursos
A medida que el Gobierno busca legalizar a los motorizados, algunos de sus grupos más organizados reclaman reglas claras. Argumentan que su vida -y sus medios para subsistir- están en riesgo si no llegan a un acuerdo.
Aún se mantienen diferencias en torno a las propuestas clave. La lista incluye la prohibición de motociclistas en las autopistas y durante la noche y restricciones de estacionamiento para prohibir que las motos bloqueen las entradas al metro, hospitales y otros edificios.
Los funcionarios también quieren prohibir la práctica común de los motorizados de hablar por teléfonos móviles pegados al caso mientras sortean el caótico tráfico de la ciudad.
También, se busca impedir que lleven a menores de edad como pasajeros, muchas veces sin casco. Pero por cada terrible historia de accidentes, hay un motorizado que no ve otra opción para llevar a sus hijos al colegio sorteando los atascos.
Una propuesta para acabar con los tiroteos en moto es prohibir que lleven pasajeros, pero ello acabaría con el negocio de los mototaxis.
Según un estudio privado, nueve de cada 10 crímenes violentos en Caracas involucran motocicletas.
La semana pasada, un choque durante un cortejo fúnebre cerca del distribuidor La Araña, terminó en una pelea entre un motorizado y un chofer, según testigos. Ambos hombres estaban armados y murieron en el tiroteo.
En septiembre, la sede de la inteligencia nacional, Sebin, albergó la primera de una serie de reuniones y talleres para discutir el camino a seguir con los motorizados.
El Gobierno también apoya las concentraciones de motorizados, como la que se llevó a cabo este mes en la plaza Arquímedes Franco en el populoso barrio de San Agustín.
Las autoridades proporcionaron asesoría legal y servicios de registro de motos cerca de una cancha de baloncesto mientras una banda tocaba salsa y un animador lanzaba chalecos de seguridad desde el escenario. El teleférico que Chávez inauguró en el 2010, pasó por encima de la escena.
“Aprobaremos los recursos que hagan falta, pero ustedes deben ayudarnos a cumplir con las normas”, dijo Torres, el ministro del Interior. “Chávez nos enseñó que la ley es igual para todos”.