Sameera Ponda, una joven ingeniera nacida en Chile de padres hindúes, no se siente un personaje de ciencia ficción pese a trabajar en el Proyecto Loon, una iniciativa de Google para hacer realidad el sueño de un mundo totalmente conectado.
El mundo de Ponda, que estudió ingeniería aeroespacial en el prestigioso MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, EE.UU.), son desde enero pasado los globos con los que se pretende que todas las zonas de la Tierra, incluidas las alejadas de centros urbanos y las de difícil acceso, tengan acceso a internet.
Se trata de colocar en la estratosfera, a 20.000 metros del suelo, por encima de los aviones y las nubes, una serie de globos con antenas que, llevados por las corrientes de aire, floten alrededor de la tierra.
Abajo, en tierra, se colocan otras antenas que se conectan con las de los globos para acceder a internet.
“Suena un poco a ciencia ficción, pero estoy segura de que el proyecto se va a hacer realidad. Vamos a hacer el máximo para lograr un objetivo tan importante”, señaló este jueves en un encuentro con periodistas participantes en una reunión organizada por Google en México.
El objetivo es incorporar a la red a los millones de personas que aún no tienen acceso, para que “puedan beneficiarse del progreso”.
Actualmente dos de cada tres personas en el mundo no tienen acceso a internet y tenerlo les puede cambiar la vida en áreas como la educación, la salud y la agricultura, entre muchas otras.
Ponda, que se fue de Chile a EE.UU. con su familia cuando tenía 16 años, pero habla un buen español, destaca que el proyecto está aún en fase experimental y no se atreve a aventurar cuánto tiempo más pasará antes de que sea una realidad.
Sin embargo, señala que desde enero, cuando ella se sumó al equipo, se ha avanzado “muchísimo”.
Oficialmente el proyecto arrancó en 2013 con una prueba piloto en Nueva Zelanda, en la que se lanzaron unos treinta globos y medio centenar de vecinos de la zona actuaron como controladores desde tierra.
Seis de los globos fueron lanzados a la vez y lograron estar conectados entre sí.
Para 2014 está planeada una prueba similar en un lugar aún no definido, pero además desde California (EE.UU) cada semana se hacen pruebas.
Casi cada uno de los elementos del proyecto está todavía por definir y seguramente, como convino Sameera Ponda, el resultado final no se parecerá en nada a lo que es ahora.
Los globos con los que se trabaja ahora en el proyecto están hechos en polietileno, un tipo de plástico, pero la ingeniera indicó que se está “probando todo tipo de materiales”.
Se trata de conseguir que sean más resistentes al frío y las radiaciones solares y así duren más, que sean más económicos y a la vez tengan más capacidad de maniobra y se pueda controlar mejor su trayectoria.
En promedio ahora pueden durar 20 días y lo que se busca es que aguanten hasta 100 cien días en la estratosfera.
El globo está lleno de helio en la parte de arriba y de aire en la de abajo y cuenta con una bomba que permite hacer entrar o salir el aire según se necesite para regular la altura.
Cada uno pesa unos 85 kilos con todos los equipos, que incluyen la antena, los sistemas mecánicos y los electrónicos que permiten controlar la navegación, calentadores, paneles solares, pues desde el punto de vista de la energía son sustentables, y un paracaídas, diseñado por Ponda, para evitar que si caen lo hagan bruscamente.
Para el lanzamiento, se funciona como si fuera un avión, pues en su subida hacia los 20.000 metros de altitud, que dura unos 45 minutos, deben atravesar el espacio que usan las aeronaves, así que se piden los permisos necesarios y se avisa a los aeropuertos de la zona.
Cada globo permitiría cubrir un área de 40 kilómetros a la redonda y prestar un servicio de internet a las personas que viven allí con una velocidad de conexión de 3G, de tercera generación.
“Llevar internet a todos con globos es mas fácil y barato que hacerlo mediante satélites”, afirma la ingeniera.
Ponda no se aventuró a dar cifras sobre el coste del proyecto o de cada globo, pero dijo que estos últimos son “baratos”.
“Los globos son más baratos que los satélites, tenemos más control, podemos bajarlos si es necesario”, comenta Ponda, que asegura que también pueden usarse en casos de desastres naturales si las redes en tierra se ven afectadas.
“Creemos que es una buena solución para áreas donde no hay servicio de internet”, agrega.
“Queda mucho camino por recorrer, pero confiamos en que el proyecto será viable”, concluye Ponda.
Los responsables del Proyecto Loon están en conversaciones exploratorias con la industria de telecomunicaciones, porque en cualquier caso si es viable, se necesitarán proveedores de internet para prestar el servicio a través de los globos.
Ponda subraya que esta tecnología no va a reemplazar las que ya existen para acceder a internet, son cosas distintas “y hay lugar para todos”, dice. EFE