Latinoamérica está cayendo en la trampa del llamado “voto electrónico”. Si conceptualizamos como “voto electrónico” el reemplazo de la manera en que la voluntad del elector, comúnmente denominada “voto”, entra a un sistema electoral automatizado, pasando de una forma “manual” a una “computarizada” entonces estamos en presencia de un cambio en el concepto de escrutinio, lo cual implica que serán las máquinas quienes elegirán a nuestros gobernantes, no nosotros. Entonces el problema en realidad no es el “voto”, es el escrutinio. Veamos esto en detalle.
Los tecnócratas les han vendido a los políticos, que en su generalidad no son técnicos en la materia, que colocando un elemento electrónico de captura de la voluntad del elector en la mesa electoral se logrará agilidad y precisión en los resultados de los procesos electorales. Eso es una verdad a medias y muy interesada.
La aplicación de los sistemas automatizados a los procesos electorales conllevan un elemento que no posee ningún otro proceso al cual se le pueda aplicar la tecnología de la información: la transparencia. ¿Cómo poder estar seguros que no hubo trampa y que se respetó la voluntad del elector en un proceso tan vital como el electoral? La única manera en que se puede hacer eso, es en el origen mismo de todo proceso: el “voto” del elector.
La manera que habíamos tenido todos los países que realizábamos elecciones para elegir gobernantes era la presencia de los testigos de los factores políticos en disputa en las Mesas electorales, que contaban a viva voz y a simple vista el “voto” o voluntad del elector, expresada en una papeleta o boleta electoral al cierre del proceso. Esos testigos ATESTIGUABAN, valga la redundancia, que los votos se correspondían con la voluntad expresada por los electores, dejando plasmada en un Acta esa certeza.
¿Qué le están vendiendo las empresas que se dedican a la automatización electoral a los organismos electorales del continente? Que sean las máquinas quienes establezcan una certeza que es imposible que ningún mecanismo automatizado pueda dar, trastocando el significado mismo y formal de la palabra “escrutinio”.
Del Diccionario de la Real Academia Española-DRAE: Escrutinio: (Del lat. scrutin?um). 1. m. Examen y averiguación exacta y diligente que se hace de algo para formar juicio de ello. 2. m. Reconocimiento y cómputo de los votos en las elecciones o en otro acto análogo. Por otro lado, del mismo diccionario: Escrutar. (Del lat. scrut?re).1. tr. Indagar, examinar cuidadosamente, explorar. 2. tr. Reconocer y computar los votos que para elecciones u otros actos análogos se han dado secretamente por medio de bolas, papeletas o en otra forma.
Véase que en ambas palabras derivadas, constituye un total contrasentido la existencia de un “escrutinio automatizado” dado que el único que puede hacer “examen y averiguación exacta y diligente” de algo para formarse un juicio de ello es el ser humano. Asimismo, el acto de “escrutar” es “indagar” y “examinar cuidadosamente”, cosa que solo está reservada igualmente a las personas. Podemos contar los votos con máquinas pero escrutarlos solo lo puede realizar un ser humano.
Al dejar que sea una máquina la que realice el “escrutinio electrónico”, como se está llevando a cabo en Venezuela desde el año 2004 y se está planteando próximamente en Colombia a partir del próximo año, se abre una peligrosísima Caja de Pandora, ya que se estaría cercenando el derecho de los testigos a “escrutar” si los votos en realidad se corresponden con la voluntad del elector, atestiguando desde el origen del dato su verdadera validez.
La diferencia fundamental radica aquí en que un “voto electrónico” es un dato que no ha sido escrutado por un ser humano y entra al sistema sin transparencia. En cambio, un voto escrutado por un ser humano con todas las garantías, se transforma luego de eso en un dato que entra a un sistema electoral automatizado. Desde el punto de vista de la transparencia hay una diferencia abismal entre ambos esquemas.
Al estar en el dominio electrónico sin ser escrutado por un ser humano, el “voto electrónico”, que es en el fondo la voluntad popular, puede ser transformado, tergiversado, mutado a los intereses de cualquier factor de poder. Sin importar quien diga lo contrario, cualquier programa computarizado puede ser alterado para producir los resultados deseados. Pueden ver un ejemplo de esto en una demostración de seguridad de una máquina de votación realizado en la Universidad de Princeton (ver Security Demonstrationhttp://www.youtube.com/watch?
La tecnología puede permitir por diversas maneras y medios que el programa que debiera contar los votos sea uno completamente diferente, dándose así resultados igualmente distintos. Un programa malicioso que se introduzca en la maquina puede tergiversar los resultados. En cambio, si los seres humanos intervienen ANTES de que el dato sea introducido al sistema, atestiguando su validez, cualquier sistema automatizado de tratamiento y transmisión puede ser utilizado para coadyuvar a la rapidez y exactitud del proceso, constatándose si fueron o no variados los datos a lo largo de la cadena. Y es allí donde la tecnología tiene su verdadera aplicación en un proceso como este, como auxiliar tecnológico para la gran suma y resultados finales.
El meollo de la trampa electoral del llamado “voto electrónico” no es que se usen computadoras o transmisión electrónica para el proceso electoral, sino que las leyes hayan eliminado el escrutinio manual que es el único que puede dar fe a todo el mundo que la población votó de una manera u otra (“Ley Orgánica de Procesos Electorales, Artículo 141: El acto de escrutinio deberá ser automatizado y excepcionalmente manual, cuando así lo determine el Consejo Nacional Electoral.”).
He aquí el verdadero problema que está enfrentando el continente con el cambio en los sistemas de contar votos. Lo que en el fondo se debe exigir son ESCRUTINIOS MANUALES. Todo está en el modelo tecnológico que se utilice para sistematizar los votos. Si el “voto electrónico” no es más que un dato escrutado, este será un avance para nuestros países. De lo contrario no es más que una trampa violadora del Derecho Humano de Elecciones Auténticas, como la que estamos sufriendo los venezolanos.
Caracas, 12 de Noviembre de 2013
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