Und wir, wir Affen eines kalten Gottes.
(Karl Marx.)
Doris Lessing, célebre y muy laureada escritora británica, ha muerto a los 94 años.
Ganadora del premio Nobel de literatura en 2007, la Academia Sueca la encomió en su momento como autora de una “épica de la experiencia femenina que ha sometido a escrutinio una civilización dividida y lo ha hecho con escepticismo, fuego y poder visionario.”
[Siempre me ha parecido que el elaborado fraseo, siempre políticamente correcto, de la Academia sueca es lo que, con seguridad, demora más a sus jurados a la hora de emitir el veredicto.]
La señora Lessing fue en vida, a la vez, la persona más longeva y la décimoprimera mujer en recibir el codiciado premio, antes de la canadiense Alice Munro.
Y eso, lector, es casi todo lo que puedo decir de esta novelista pues, de toda su extensísima obra que abarca más de cuarenta títulos, entre novelas, colecciones de relatos, dramaturgia,comic books y poesía, apenas he alcanzado a leer unos pocos ( entre ellos, el primero de la serie completa que la Lessing tituló Hijos de la violencia), sólo para constatar que la escritura de esta controvertida hija de la antigua Rodesia, hoy Zimbabue, no es mi taza de té. ¿Por qué, entonces, la traigo a mi página?
¡Ah!, porque, en dias pasados, ha llegado el “twit” de mi amiga Margarita Valencia, escritora colombiana, traductora, editora y activísima promotora de la lectura en nuestra América.
El twit me alude, me atañe, me remueve; en fin, no sé cómo decirlo, porque trae una cita de la Lessing a propósito de Karl Marx …y los novelistas.
2.-
Hablando de las novelas que nunca se han escrito, o más precisamente, de los temas humanos que, inexplicablemente para ella, no alcanzaron a inspirar novela alguna, dice la Lessing, en lo que me parece es el extracto de alguna entrevista, o de un ensayo que no he podido rastrear:
“Me es imposible creer que algunos temas no hayan econtrado novelista. ¿Qué decir del hogar de Carlos Marx, por ejemplo? Era un compuesto de dramáticos estereotipos de la era victoriana: el hijo ilegítimo concebido [ por Marx] con la doméstica, la esposa desatendida [ por Marx], los misteriosos y conspirativos visitantes, los yernos reprensibles, el noble y filantópico benefactor [ Engels] y la hija sufrida y explotada. […] “Pero ninguna novela – prosigue diciendo la Lessing –, pese a que el deplorable yerno de Marx aparece en El dilema del doctor[de George Bernard Shaw ] y, aparentemente [Marx] inspiró a [George ] Meredith para su novela Los comediantes trágicos. Ninguna de éstas ha vuelto a imprimirse. Me preguntó porqué.”
3.-
A decir verdad, la Lessing no se equivocaba: no abundan las obras de imaginación literaria que tengan como motivo, justamente, el muy novelesco hogar de la muy disfuncional familia Marx. Puedo afirmarlo y con la dudosa autoridad de quien, alguna vez, escribió una de ellas.
Valga lo valiere mi libro (El señor Marx no está en casa, Norma Internacional, Bogotá, 2009), el prurito de no intentar algo que ya otro autor pudiera haber hecho, ¡y mejor que yo!, me llevó a consumir, en el curso de años, muchas horas de pesquisa en varias bibliotecas del mundo.
Curiosamente, descubrí que ha habido más dramaturgos que novelistas interesados en la vida íntima de Marx.
Citando de memoria, está, por ejemplo, “Marx en Soho”, del historiador estadounidense Howard Zinn, una pieza insufrible por lo desmañada y por lo simplonamente hagiográfrica, pero que ha tenido razonable éxito donde quiera que se ha estrenado.
Mucho más interesante, aunque solamente en lo formal, es la breve pieza de cámara del dramaturgo francés Bernard Chartreux, Hélene & Fred, infeliz stravaganza en la que la Lenchen Demuth, la doméstica preñada por Marx y el mejor amigo de éste, Karl Friedrich Engels, se encuentran en época actual y entablan algo parecido a un diálogo en el infierno de la posmodernidad capitalista . ¡Una verdadera calamidad posmarxista como obra teatral, muy pretenciosa y muy ladilla!
Entre las peores novelas que he leído alguna vez, y he leído muchas, una segura candidata a mi “top ten” de las abominablemente malas se titula La hija: una novela basada en la vida de Eleanor Marx. Su autora es la exasperante feminista inglesa Judith Chernaik. Puede que me esté mal el decirlo, pero mi novela, inspirada parcialmente en el mismo asunto, es arguiblemente superior.
4.-
Hay, sin embargo, una novela corta, cuyo autor quiso que fuese “cómica”. Me refiero al mismísimo Marx, quien en su juventud tentó suerte con una novela inconclusa, tituladaEscorpión y Félix. La escribió a los diecinueve años, en 1837, y no fue publicada sino hasta mucho tiempo después. Hay disponible, por cierto, una traducción española, a cargo de Carlos Manzano (Tusquets, Barcelona, 1971.) Dicen quienes la han leído que parece inspirada en el Tristram Shandy de Laurence Sterne, pero no sé si valga la pena constatarlo.
Pocos lo creerán, pero el joven Marx se animó también con el teatro. Gracias a Dios, lo hizo sólo una vez. La obra – un drama alegórico, más bien un monólogo – se llamó Oulanem y de él proviene el epígrafe que preside este articulillo ya algo largo.
Quiere decir algo así como “Y nosotros, nosotros que remedamos a un dios frío”.
5.-
Luego de muchos años, ¡más de la mitad de mi vida!, leyendo en torno a la azarosa vida de los utopistas del siglo XIX, y a la vista de la sangrienta catástrofe humana que resultó ser el totalitario socialismo de inspiración marxista , me pregunto si no sería hoy nuestro planeta un mejor lugar donde vivir si Karl Marx hubiese perseverado como novelista o peta dramático en lugar de lo que terminó siendo: un amargado e inescrupuloso periodista, un egocéntrico agitador de primera categoría, un misántropo impostor intelectual que logró hacerse pasar durante más de un siglo por humanista, filósofo y economista.
Un maligno semidios frío.
Ibsen Martínez está en @SimpatíaXKingkong
Publicado originalmente en Ibsen Martínez