Mientras este lunes los venezolanos vivíamos una nueva interrupción eléctrica en casi todo el territorio nacional, la luz de una vela me sirvió para escribir algunas reflexiones.
El apagón en Venezuela no sólo es de luz sino también de oportunidades, salud, educación, construcción, justicia, producción y de información.
El único alumbrón enceguecedor que se ve en esta tierra, ahora en desgracia, es de inseguridad, escasez, narcotráfico, injusticia, impunidad, corrupción, incapacidad, ineficiencia, basura, huecos y colas para todo.
Cada 20 minutos le apagan la vida en forma violenta a un venezolano, Patria Segura no hay, como tampoco se consigue leche, azúcar, harina, aceite, repuestos, medicinas y pare de contar.
Para Maduro, los culpables de este descomunal desastre no están en el gobierno. Siempre señala para otro lado. Nada de hablar de sus “bolichicos”, a quienes les concedió el finado y el régimen, contratos a dedo para la construcción y reingeniería del sistema eléctrico nacional.
Nada de acusar a hombres de verde oliva que ahora pasean caballos por el mundo trasladándolos por centenares en sus aviones particulares comprados con dólares preferenciales de CADIVI, la “gran estafa”, como lo afirma el propio Maduro.
Nada de señalar a nuevos y viejos hombres y mujeres de las finanzas ligados al régimen, que sin pudor alguno hablan de sus mansiones adquiridas recientemente, aquí y en diferentes partes del mundo.
Silencio absoluto sobre quienes son los verdaderos amigos del oficialismo que de forma poco transparente y con dineros que desconocemos su procedencia, han adquirido medios de comunicación para hundir a Venezuela en el más profundo oscurantismo.
Esta revolución amoral le vendió a los más necesitados la versión de que los productores del campo eran unos oligarcas, parasitarios y latifundistas para despojarlos de sus tierras en nombre de una supuestas “soberanía alimentaria” que brilla por su ausencia, porque hasta la leche la importamos y tampoco aparece.
Luego dijo que PDVSA era de todos, y decidieron entonces confiscar, robar a las contratistas y empresas de servicio sus equipos, produciendo desempleo y desolación en el sector y en las comunidades como Tía Juana, Lagunillas y Cuidad Ojeda, entré otras.
No contentos con eso, el parque industrial lo fueron desmembrando, poco a poco. ¿Dónde están las textileras, las ensambladoras, las cementeras, las industrias del hierro y el aluminio? Sus trabajadores ¿viven mejor? ¿Tienen mejores condiciones laborales y salariales?. ¿Cuántos desempleados sumaron con esta política?
Qué es de la vida de la “Gran Misión Vivienda Venezuela” que lo que construye son pajareras. En nombre de de ella le confiscaron hace ya tres años urbanismos completos a sus promotores, los acusaron de todo y los lanzaron al escarnio público. ¿Entregaron esas viviendas expropiadas y no pagadas? ¿En qué condiciones?
No podemos olvidar la consigna: ¡EXPROPIESE! donde cayeron venezolanos humildes que tenía como habitación y sustento pequeños estacionamientos que les fueron arrebatados sin ningún miramiento. Todo esto para construir no más de 3 mil de las referidas pajareras.
El arrase continúa y la guerra económica desatada por la revolución arremete ahora contra pequeños, medianos y grandes comerciantes, contra todos los dueños e inquilinos de locales comerciales , tratando de dividir lo que queda de la clase media e imponiendo unas regulaciones supuestamente igualitarias.
Aquí lo que se ha estructurado es el trecho final hacia el comunismo militarista que no es otra cosa que el imperio de la anarquía, la escasez, inseguridad y corrupción.
El apagón pues. … Hasta el Esequibo lo entregaron.
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@nituperez