La madrugada de este jueves 5 de diciembre, la Parranda de San Pedro, tradición celebrada desde los tiempos de la esclavitud en los pueblos de Guatire y Guarenas, en Miranda, ingresó de manera oficial a la lista representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, convirtiéndose en la segunda manifestación cultural venezolana en recibir este reconocimiento después de los Diablos danzantes de Corpus Christi, en 2012.
AVN
La decisión fue anunciada desde Bakú, capital de Azerbaiyán, por el Comité Intergubernamental de la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés).
Venezuela se preparó para recibir este reconocimiento desde hace dos años, cuando miembros del Centro de la Diversidad Cultural establecieron un total de 60 reuniones con los integrantes de las cinco parrandas de Guatire y una de Guarenas, con el propósito de conocer esta tradición a fondo, y así presentar ante la Unesco un expediente cargado de historias y esencias sanpedreñas.
En diciembre de 2012, el país celebró el ingreso de los Diablos Danzantes de Corpus Chritsti en la referida lista. La sede de la Unesco en París, Francia, se llenó de música y algarabía cuando a golpe de martillo se confirmó que serían los diablos danzantes, con 11 cofradías postuladas, la primera manifestación venezolana en convertirse en patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.
La promesa de María Ignacia
Durante décadas, familias enteras de los pueblos mirandinos han hecho cumplir la promesa que una esclava llamada María Ignacia, quien padecía de una enfermedad que oraciones y brebajes no podían curar, le hiciera a una imagen reconocida como San Pedro para obtener salud y dar a luz la vida que se formaba en su vientre. A cambio de la sanación, la esclava ofreció danzar cada 29 de junio en homenaje al santo.
La promesa se concedió y María Ignacia sanó. Nació una niña de piel morena a quien bailaron con orgullo y con brazos en alto como ofrenda al santo. La llamaron Rosa Ignacia.
Pero un día la esclava no pudo volver a danzar y en su lecho de muerte, le pidió a su esposo que cumpliera por ella la promesa que le hizo a San Pedro. Desde entonces, cada 29 de junio aparece un hombre con trenzas de cabellos negros, labios colorados y vestido floreado, acompañado de dos niños a su lado (los tucusitos), los parranderos, quienes entonan cantos al ritmo del cuatro y las maracas; y los cotizeros, siempre representados por dos hombres que calzan zapatos similares a las alpargatas, que reciben el nombre de cotizas, y que el frotar contra el suelo simulan el sonido del tambor.
El ingreso de la Parranda de San Pedro a la lista representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es también el reconocimiento al poder popular, a una promesa que desde entonces han asumido como suya cientos de familias en Miranda.
“Para Venezuela, esta es una decisión muy importante. Detrás de estas manifestaciones está la historia de la esclavitud, la historia de nuestros hermanos africanos, la historia de la venezolanidad que somos hoy en día. Que Venezuela haya logrado dos declaratorias continuas de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, ese hecho coloca al país en un sitial único dentro del contexto latinoamericano”, señaló días pasados el presidente del Centro de la Diversidad Cultural, Benito Irady, durante un encuentro con los medios de comunicación.
Venezuela prevé presentar en 2014 otros expedientes. La cultura del pueblo indígena mapoyo, el culto a María Lionza y la fiesta de San Benito son las próximas tradiciones que el país espera incluir en la lista.
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