Me paro a las 5:00 de la mañana me alisto para ir al trabajo a cumplir mis deberes como Venezolano y proveer el pan nuestro de cada día a mi familia, saliendo de mi casa mientras escucho las noticias paso por un súper mercado importante de donde vivo y puedo observar una línea de alrededor de 60 personas amontonadas, apretadas con rostros cansados, se podía notar una tensa calma controlada por el personal de seguridad del súper mercado y efectivos de la guardia nacional, sigo mi camino hacia mi lugar de trabajo eran alrededor de las 6:00 de la mañana y en la avenida que transitaba noté otra línea de personas esta vez aún mayor que la primera todos enfilados esperando para que la entidad bancaria abriera, todos listos para emprender una estampida al momento de entrar.
Para cuando llego a mi lugar de trabajo comento con un colega lo que había presenciado en forma de anécdotas de pasillo cuando me sorprende diciéndome, – no chico no he dormido nada estuve desde ayer en la noche en una cola para comprar los cuatro cauchos a mi carro – mientras me contaba su experiencia en parte traumática y tristemente parte entretenida. – hasta nos pusimos a jugar dominó y todo ¿qué le vamos a hacer? – no habían pasado 2 horas cuando me tocó salir a comprar insumos necesarios para una actividad académica que se iba a realizar en el colegio donde trabajo y cuando llego a la papelería otra vez una línea de personas donde ni siquiera tuve ánimos de calcular la cantidad de personas y le pregunté al personal que laboraba allí cual era el motivo. – Llegaron resmas de papel señor 2 por persona – salgo de la papelería manejo por el centro de mi ciudad el cual es relativamente pequeño y empiezo a ver aún mas colas, una en Traki, una en otro banco de la ciudad, en un mini mercado había llegado harina, en otro había leche y para colmo en el ultimo establecimiento se empezaba a formar otra cola más sin razón aparente puesto que ni las mismas personas en la cola sabían si iban a vender algo o no.
Mi país se había convertido en el país de las colas y lo peor es que ya nos estamos acostumbrando, acostumbrando a un país lleno de escasez, siempre atentos a donde llegue el alimento de turno – ¡mira! Llego harina en centro 99 – y empieza entonces a tomar acción el plan familiar: la tía llama a la mamá la cual llama a la vecina que llama a su hermana que le dice a su compañera de trabajo que llego el rubro deseado por todos y en cuestión de minutos como cosa mágica se ha formado otra cola más, yo personalmente ya estoy harto de esta situación donde no tengo ni libertad para comprar lo que quiero ni tiempo para disfrutar lo que tengo, no es justo que nuestra vida vaya en colas ni mucho menos que la gran mayoría terminen en actos de violencia verbal. ¿En que nos estamos convirtiendo que ya nada nos sorprende? Escudamos nuestro comportamiento dentro de frases como: “¿qué más se puede hacer?” “esto es lo que hay” o “nos tocó esta realidad”.
Mi querido lector lo peor que podemos hacer es quedarnos sentados sin hacer nada siendo manipulados por una banda de corruptos que cada día más nos utilizan y nos arruinan, nos convertirnos en cómplices de un modelo económico orientado a ser cada día mas pobres y más infelices sin calidad de vida, con un presidente que está más interesado en llorar a un hombre que ya falleció que arreglar los problemas de nuestro país y pareciera que para ellos más patria es ser menos es tener menos.
Solo usted amigo puede ayudarnos a detener este deterioro inminente, no se resigna, no desfallezca ni criollamente “se eche pa’ atrás” por este país hay que luchar y la mejor arma es volcando todo sus descontento en la maquina de votación, salga votar este 8D y manifieste a través de su voto que ya no quiere vivir en un país donde a parte de todos los problemas que tenemos también nos toca soportar colas, recuerde que a la final la única cola que es aceptable es la del centro de votación.