El gobierno de Venezuela enfrenta una serie de duras medidas económicas impostergables en las próximas semanas, incluyendo una drástica devaluación del bolívar y el alza en el precio de la gasolina, que anularan el repunte en la popularidad que experimentó recientemente Nicolás Maduro con su política de “saqueos controlados”, dijeron el jueves analistas a El Nuevo Herald.
Antonio Maria Delgado
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“El gobierno obtuvo una mejora de entre 10 y 20 puntos, en muy poco tiempo”, comentó Joseph Saade, presidente ejecutivo de la encuestadora venezolana Datos, durante un foro sobre Venezuela organizado por la Universidad de Miami.
“Pero ese repunte de popularidad no es sostenible. El 2014 va a ser un año muy difícil en materia económica”, sostuvo Saade, antes de resaltar que el régimen tendrá que tomar una serie de medidas económicas que pondrán a prueba la popularidad del chavismo.
Expertos económicos que participaron en el foro “Venezuela: ¿un país al borde del colapso?”, coincidieron en que las medidas de ajuste incluirán una devaluación del bolívar cercana al 50 por ciento.
La devaluación, que sería la tercera aplicada por Maduro en menos de un año, sería necesaria para comenzar a enderezar una economía que hace agua frente a un déficit fiscal, equivalente al 15 por ciento del PIB, que está siendo financiado con la impresión de billetes inorgánicos.
Benjamin Ramsey, director ejecutivo y economista senior de J.P. Morgan, indicó que según los cálculos de su entidad financiera, el gobierno llevará el tipo de cambio oficial desde los actuales 6.30 bolívares por dólar a 11.25 bolívares.
Este es un pronóstico ligeramente superior al brindado recientemente por Bank of America y el banco japonés Nomura, que coincidieron en que el tipo de cambio será fijado en 10 bolívares por dólar.
Barclays, por su parte, estima que en menos de 60 días el tipo de cambio se ubicará en 17 bolívares por dólar.
Ramsey dijo que la devaluación ahora luce más fácil de aplicar en vista de la victoria del chavismo en las elecciones municipales del domingo y de la recuperación en popularidad generada por la decisión de Maduro de obligar a los comerciantes a vender sus inventarios por debajo de los costos de reposición, acción descrita en Venezuela como una política de saqueos controlados.
“La ventaja obtenida por Maduro con su lucha contra la ‘guerra económica’, permitió que él se viera por primera vez como un protagonista en el proceso, en vez de una persona que es manipulada por las distintas fuerzas dentro del gabinete o por las Fuerzas Armadas”, comentó el analista.
“Esto le va a dar el capital político que necesita para proceder a estabilizar la macroeconomía”, agregó.
Pero la devaluación debe ser acompañada por recortes de gastos, advirtió Orlando Ochoa, profesor de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello.
“Podríamos ver la aplicación de ajustes moderados en la política fiscal. Podríamos ver un ajuste en el precio de la gasolina, que podría ser aplicada en los próximos meses”, comentó Ochoa.
Las medidas son necesarias porque la actual luna de miel luce tener fecha de expiración por los graves problemas de inflación, escasez y desempleo que afligen a la población.
“Los venezolanos tienen la expectativa de que Maduro logrará poner orden en este desastre económico a lo largo de los próximos meses”, dijo Ochoa al agregar que el régimen debe actuar rápido en adoptar las medidas de ajuste si quiere detener el círculo vicioso que conduce al país hacia la hiperinflación.
La devaluación es necesaria ante la pronunciada sobrevaloración artificial del bolívar y la insuficiencia de la renta petrolera para sostener el elaborado esquema de subsidios y de control de precios.
Ese desequilibrio está llevando al país a registrar una aguda escasez de productos y a competir con Siria por el dudoso honor de registrar este año la mayor tasa de inflación del mundo.
La escasez de dólares y la poca confianza en el bolívar es palpable en el mercado negro, donde la divisa estadounidense es cotizada a un precio diez veces mayor del tipo de cambio oficial, que solo está disponible para un grupo muy estrecho de empresarios amigos del régimen.
Pero Maduro logró convencer a un desalentado elector chavista de que los problemas de inflación y desabastecimiento estaban causados por un sector privado “desestabilizador” que emprendió una “guerra económica” contra el gobierno.
Previamente, Maduro estaba sacando muy malas calificaciones en las encuestas, mostrando incapacidad para conectarse emocionalmente con la gente, dijo Saade.
“La conexión emocional que Maduro tenía con el país después del fallecimiento de Chávez era muy similar a la que Capriles tenía, se encontraba cerca del 45 por ciento. Pero la base política del país con el transcurso del 2013 se fue erosionando, y estaba abajo entre 15 y 20 puntos porcentuales para cuando Maduro hizo su anuncio”, explicó Saade.
Durante los meses previos, la proporción de personas que decía que las cosas marchan bien, había bajado desde 61 por ciento a 39 por ciento, mientras que el 58 por ciento opinaba que su situación económica personal era peor en el 2013 de lo que era en el 2012, dijo el encuestador.
“Todos los indicadores económicos y las percepción de bienestar de las personas se habían deteriorado tremendamente. Y la confianza en Maduro había bajado desde 45 por ciento a 30 por ciento”, comentó.