Trabajan en equipo en las fábricas, cada vez más cerca de las personas, e incluso las acompañan en sus casas, desde la cocina hasta los dormitorios. Se trata de los robots creados por investigadores japoneses, claves para el desarrollo.
Karyn POUPEE/AFP
En la exposición internacional de Robots celebrada en Tokio esta semana, los eficaces brazos de Fanuc, Yaskawa, Kawasaki, Denso, y también de Nachi, Mitsubishi Electric y Yamaha dieron muestra de sus numerosas habilidades.
El primero de estos autómatas atrapa a gran velocidad pequeñas piezas de dominó esparcidas sobre una cinta móvil, para después disponerlas ordenadas en línea por lotes de a seis, y luego agarrarlas con sus ventosas y meterlas en una caja.
Para realizar esta misma tarea dos hombres no serían suficientes y, posiblemente, se volverían locos. A tal punto llega la fuerza y eficacia de los robots industriales, rápidos e infatigables.
Otros robots, de dimensiones gigantescas, rodean entre seis la carrocería de un auto en plena fabricación, cada uno concentrado en su tarea específica. Y, con una ventaja, no se molestan entre ellos.
“Últimamente, cada vez más los robots industriales realizan tareas juntos, como lo hacen los obreros de una fábrica”, confirma Osamu Komiyaji, representante de la empresa de robots Yaskawa.
“Hay dos condiciones para que estos autómatas puedan trabajar en equipo: que estén lo suficientemente cerca unos de otros y que puedan moverse sin chocar entre ellos”, explica.
Además, las tecnologías más recientes en materia de micromotores y otros componentes permiten crear robots más adaptados a sus tareas y capaces de percibir el entorno en el cual se encuentran, gracias a “diversos sensores”, entre ellos cámaras.
“Los procesadores de los ordenadores calculan cada vez más rápido y la reactividad de las partes mecánicas es mejor, lo que permite a los robots mantenerse en alerta y evitar las colisiones”, precisa Komiyaji.
Los robots ya no necesitan cesar de moverse por seguridad cuando un hombre se le acerca, sino que ambos pueden observarse entre sí y trabajar juntos.
Los trabajos que exigen fuerza o son repetitivos son confiados a los robots, en tanto que aquellos creativos siguen siendo una competencia humana.
No obstante, “cada vez más, la distancia de seguridad entre hombres y autómatas va a disminuir”, asegura Komiyaji.
Basta con acercarse al laboratorio Koba para convencerse: su robot es como una armadura que se añade al hombre para multiplicar su fuerzas. Los ‘exoesqueletos’ o combinaciones de apoyo constituyen uno de los ámbitos de investigación más apreciados por los japoneses, ya sea para ayudar a los trabajadores o a las personas en sus casas.
A nivel doméstico están los prototipos de robots de compañía, desde el bebé-foca Paro hata la calabaza Kabochan, pasando por gatitos capaces de reaccionar a las caricias como también de responder a órdenes verbales como “enciende la televisión” o recordar la hora de tomar un medicamento.
El “Mimamori Robot” de VRTC, que se parece a una lámpara de pie, es capaz de de hacer tareas de vigilancia en una casa e incluso en un centro de salud, y enviar una alerta en caso de necesidad.
Otro, desarrollado por Fuji, es capaz de ayudar a un inválido a levantarse de su asiento o de su cama.
Cada vez más son los robots diseñados para auxiliar a personas mayores para que puedan moverse dentro de su casa o en el exterior, como el deambulador electrónico concebido por Funai, qui asiste los desplazamientos de manera inteligente (impidiendo, por ejemplo, una caída en una pendiente), y es localizable a través de internet.
Por su parte, la empresa Doog ha creado pequeños robots con forma de carritos y con ruedas que, como cachorros siguiendo a su madre, no se apartan de sus propietarios ni a un centímetro, y son prácticos para transportar la compra.
Al llegar a casa, basta con confiar los ingredientes a un brazo robotizado que hace de cocinero, y que al final introduce las cáscaras y restos de verduras en el “Gomibako Robot”, una especie de cubo de basura móvil, diseñado por estudiantes del laboratorio icd-lab.