Así nos veían en el año 2014 las películas de ciencia ficción del pasado

Así nos veían en el año 2014 las películas de ciencia ficción del pasado

Ataviados con trajes camaleónicos con receptores automáticos que los ajustan a nuestros cuerpos, residiendo en ciudades sin luz, padeciendo de atascos en el tráfico aéreo y fabricando clones. Así nos imaginaban en el 2014 los cineastas del pasado.
El inicio del siglo XXI siempre interesó a la ciencia ficción: es un período suficientemente cercano para calcular la trayectoria de las consecuencias del estilo de vida contemporáneo y, a la vez, suficientemente lejano como para permitir que la fantasía se echara a volar. En el 2014 idealizado por el cine el mundo solía quedar arrasado por las continuas guerras, sumergido en la anarquía, esterilizado o despoblado y, a veces, incluso a punto de dar su último suspiro.

Nuestros antepasados nos veían huyendo de las ciudades devastas por una pandemia mundial (‘Soy leyenda’) o una guerra nuclear (‘La Jetée’), muriendo por la droga (‘Una mirada a la oscuridad’) o agonizando entre el poder autócrata y el crimen (‘Fuga de Los Ángeles’).
Hemos llegado al nivel más alto posible de evolución y tenemos marcas de casta. Clonamos a los seres humanos o creamos a los cíborgs y los tratamos como una materia prima biológica. Sin embargo, no pudimos cumplir bien con el papel de los dioses. Los clones se rebelan y huyen (‘La isla’) e incluso logran reemplazar a los humanos (‘El Sexto Día’). Los cíborgs hacen lo mismo y, además, son más fuertes y más inteligentes que sus creadores (‘Blade Runner’). En otras palabras, todos los temores subconscientes de los humanos obtienen una forma real.





Algunas cosas fueron pronosticadas con una exactitud del 100%, como, por ejemplo, las tecnologías 3D en ‘Regreso al futuro II’. Las pulseras que registran los procesos biológicos en el organismo y huellas dactiloscópicas que abren puertas y bloquean los gadgets también acaban de ser realidad. Aunque la mayor pasión de los autores de ciencia ficción de todas las épocas —la máquina de tiempo— nunca funcionó. Sin embargo, los físicos tipo Kip Stephen Thorne, cuya teoría de los agujeros de gusano sirve de base para una nueva película de Christopher Nolan, siguen trabajando en ello.

Por más párvulas que parezcan las predicciones de los cineastas del pasado, hoy en día resulta que la sociedad tecnológica con la que estaban soñando ya no es una fantasía. Más bien parece un pronóstico bastante acertado para los próximos cinco años.

Vía Elimpulso.com