Las fuerzas de seguridad chinas mataron a ocho asaltantes y detuvieron a un noveno cuando “atacaban” una comisaría de la región occidental china de Xinjiang, de mayoría musulmana, reticente a la tutela de Pekín. AFP
Nueve personas, armadas con cuchillos, “arrojaron artefactos explosivos” y quemaron al menos un vehículo policial antes de que les dispararan las fuerzas del orden, indicó la página oficial del Gobierno de Xinjiang.
Este nuevo brote de violencia se produjo el lunes en el distrito de Yarkant -Shache en chino-, a unos 200 km al sureste de la ciudad de Kashgar, precisaron las autoridades de Xinjiang.
“La policía actuó de forma decisiva, matando a ocho personas y detuvo a una novena”, precisa el comunicado de las autoridades, sin mencionar eventuales heridos entre la policía.
El incidente se produjo a primeras horas del lunes en el distrito de Shache– o Yarkand en la lengua uigur–, a unos 200 km al sureste de la ciudad de Kashgar.
Para las autoridades, se trata de un “ataque terrorista”, como suele calificar Pekín la violencia recurrente en Xinjiang, enorme región semidesértica en la que los uigures, musulmanes turcófonos, constituyen la principal minoría.
Las tensiones son muy fuertes entre los Han, etnia mayoritaria en China, y los uigures, que se dicen víctimas de una política represiva por su religión, su lengua y su cultura.
“El violento ataque” contra la comisaría de Yarkand “muestra una vez más la naturaleza antisocial y contraria a la humanidad de ‘tres fuerzas malévolas”, comentó Qin Gang, portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, en referencia al “separatismo étnico”, al extremismo religioso y al terrorismo, que supuestamente azotan la región.
“Matar pura y simplemente a opositores acusados de actos terroristas se ha convertido actualmente en la última forma de reprimir a los uigures”, criticó el lunes Dilshat Rexit, portavoz del Congreso Mundial Uigur, una organización en el exilio que defiende los derechos de esta minoría.
“Los uigures están discriminados y humillados y se siguen enfrentando a una crisis en lo que respecta a su supervivencia y su religión”, agregó.
Una ola de violencia sin precedente sacudió la capital regional Urumqi en 2009, dejando cerca de 200 muertos y 1.600 heridos. Pero los incidentes también se han multiplicado este año, dejando decenas de muertos – de ellos al menos 35 en junio durante los enfrentamientos en la región de Turpan.
Más recientemente, las autoridades anunciaron a mediados de diciembre que algunos policías habían sido atacados en Xinjiang por “maleantes” armados con explosivos y cuchillos y que habían matado a 14 de ellos.
El Congreso Mundial Uigur desmintió poco después esta versión y aseguró que los policías surgieron sorpresivamente y perpetraron una “masacre” en una casa donde se celebraba una reunión de familia previa a una boda.
En octubre, Pekín fue también teatro de un atentado perpetrado, según la policía, por extremistas procedentes de Xinjiang –primer caso de violencia imputado a los uigures fuera de la región.
Tres uigures de una misma familia murieron al lanzar su coche cargado de bidones de gasolina contra la entrada de la Ciudad Prohibida, un ataque suicida que dejó 2 muertos y 40 heridos alrededor.
Para Nicholas Dynon, investigador de la Macquarie University de Sydney, el análisis de las causas de esta violencia endémica en Xinjiang se ha complicado por las dificultades para obtener informaciones independientes y fiables en la región.
Sin embargo, pese a que Xinjiang ha conocido momentos más violentos, estima que la cobertura de los medios públicos chinos sobre los incidentes se ha intensificado este año.
Para él, existe una “relación directa” entre esta cobertura mediática y las diferentes campañas de represión política y social lanzadas por el poder central, que pretenden combatir tanto la corrupción que a hacer callar a las voces discordantes. AFP