EL OBJETIVO LO ES TODO. Chávez mostró lo que es una radical vocación de poder. Conspiró dentro de las Fuerzas Armadas y estableció vínculos con la izquierda más extrema; comandó un golpe y no vaciló después en convertir ese reguero de sangre en una gesta libertaria; estuvo preso y trocó su cárcel en el epicentro del peregrinaje de lo más chic de la izquierda venezolana sin dar cuartel; al salir de la cárcel y por un tiempo le hizo carantoñas a la abstención electoral; participó más adelante en las elecciones de las que salió victorioso; se dejó hacer arrumacos por élites ávidas de futuro facilón; quiso a los ricos y a los pobres alternativamente; y no vaciló en cambiar de posición táctica con el objetivo de conservar e incrementar su poder.
Chávez mostró que quería el poder a cualquier precio. No le importó con quien aliarse ni se le aguó el ojo por andar revuelto con quienes recogería, desecharía y volvería a recoger, lo cual incluye a algunos de sus más afamados herederos. Vocación de poder sin escrúpulo alguno, con una pasión que nunca desvió el objetivo principal. Arrolló a quien se opusiera y embarcó en su aventura a quien quisiera entregar su voluntad al líder.
-Primera enseñanza: Chávez demostró una vocación de poder infinita y en función de su objetivo tejió y destejió alianzas, pero nunca perdió el foco.
BASES IDEOLÓGICAS. El finado líder acogió desde temprano en su vida dos ideas poderosas: desterrar el sistema representado por AD y Copei, y enfrentarse a los EEUU, emblema del imperialismo, sobre todo para la izquierda más radical. Más adelante Chávez se embutiría con otras ideas más definidamente de izquierda, provistas por Fidel Castro y el trabajo de filigrana de este sobre su dúctil discípulo.
Con los años Chávez se llenó de la conocida e insoportable hojarasca retórica. Era maoísta en China, cuando los chinos no quieren ni siquiera levantar el cristal que conserva el pellejo disecado del antiguo Gran Timonel; era soviético en Rusia, cuando Putin y sus hijos no quieren que les recuerden la KGB que dirigían con su secuela de crímenes y menos que los vinculen a su abuelo, Stalin; era peronista en Argentina, cuando ya Perón no pasaba de ser un proveedor de etiquetas sin ideas; y desde luego, siempre bolivariano, estrujando los huesos del Libertador para que corroborara cualquier majadería que a su aprovechado heredero se le ocurriera. Trató de ser marxista sin haber leído a Marx porque escuchó comentarios de Alí Rodríguez y de Jorge Giordani quien se leyó a Marx después de viejo y no pudo asimilarlo con alguna probidad.
Todo ese afrecho intelectual era para aliviar la estitiquez de una izquierda sin héroes pero con tumbas. Pero lo que en realidad eran las ideas fijas, sobre las cuales no vaciló, fueron las de extirpar el sistema político anterior al que le atribuía la riqueza de los ricos y la pobreza de los pobres, así como la corrupción y otras maldades; y la otra idea fue la del enfrentamiento a EEUU que como no podía ser en una expedición armada, se limitó al insulto coreado internacionalmente por los enemigos de Washington. Todo recubierto de la idea socialista -en realidad, estatismo estrepitoso- que Fidel proveería a cambio de petróleo.
-Segunda: Chávez tuvo componentes ideológicos básicos sobre los cuales no vaciló y pese a sus frecuentes variaciones de acuerdo con los ambientes, nunca abandonó un par de ideas poderosas, con las cuales navegó aun contra la corriente.
SABÍA UNA SOLA COSA, PERO BIEN. Chávez no era un hombre culto en el sentido corriente del concepto, pero estaba embebido en el pensamiento de Bolívar desde décadas atrás. No tenía el sentido histórico de Bolívar pero sí había desarrollado su particular y proteico Bolívar, con frases, marcialidad y teatro. Con su personaje favorito construyó un cuento que le dio un particular sentido a la historia del país, a sus personajes, al período democrático de los 40 años y a las circunstancias de su propio mandato. Ese cuento fue construido con las piezas dispersas de esa historia, acomodadas a placer, pero con un sentido específico que era mostrarlo como el único continuador de la obra del Libertador.
-Tercera: Chávez engarzó el país en una visión totalizadora en la que cada cual tenía su puesto como héroe o villano; no se dedicó a criticar políticas públicas parciales del pasado, sino que embutió los aconteceres en su gran cuento.
LOS MILITARES. Chávez no fue un militar en el sentido profesional de la expresión. Siempre fue un conspirador y usó su paso por las Fuerzas Armadas para el golpe del 92. Sin embargo, tuvo una política hacia los militares clara y definida; nunca les hizo ascos, ni siquiera cuando fue derrotado militarmente por ellos ni cuando era el dueño de un exiguo 2% de popularidad. Tuvo la intuición o la sabiduría, alimentada por las tesis de la izquierda insurrecta de los 60, de que no habría la revolución a la que aspiraba sin una política de alianzas con el sector militar.
Chávez nunca fue un ídolo de los militares, ni cuando dio el golpe ni cuando fue Presidente; pero, logró un nivel de apoyo básico que después de 2002 le sirvió para avasallar a generales y almirantes que se le rindieron sin disparar un tiro.
-Cuarta: Chávez tuvo claro desde el comienzo que una alianza con los militares era indispensable para tomar y luego conservar el poder. Nunca vaciló en este tema.
SE VOLVIÓ CUBANO. Chávez mutó hasta su modo de hablar bajo la influencia de Fidel. Se comprometió con su idea de socialismo a la cubana cuando la opinión pública venezolana se oponía mayoritariamente a esa posición. A pesar de esa resistencia siguió en esa actitud sin importarle un comino lo que pensara la mayoría: se propuso convencer a sus compatriotas, lo que logró en una proporción considerable.
-Quinta: Chávez creía en Fidel y su revolución, no reculó hasta imponer su tesis a sus compañeros de golpe, amigos y aliados, y a una porción del país. No siguió a la opinión pública sino que la convenció, aunque solo fuese a un sector.
Chávez no fue irrelevante. Marcó la historia de Venezuela como pocos. Algo habrá que aprender de él.
Twitter @carlosblancog