El auge de la impresión en tres dimensiones deja entrever un futuro en el que ya no se comprarán zapatos, monturas de gafas o juguetes, sino que se imprimirán en casa. AFP
El líder de la banda Black Eyed Peas Will.i.am, que debutó en el Salón Internacional de la Electrónica de Consumo (CES) de Las Vegas como director creativo de 3D Systems, predijo que la tecnología hará para muchos objetos básicos lo que iTunes -la tienda virtual de Apple- ha hecho por la música.
Para el cantante, de aquí a una década “las impresoras 3D estarán en las casas como las neveras, las televisiones y los microondas” y harán objetos como zapatos, cinturones y accesorios que actualmente se adquieren en comercios.
La impresión 3D existe desde hace unos 25 años, pero en los últimos tiempos ha ganado popularidad con la mejora de la tecnología y un coste más accesible para amantes del bricolaje, artistas y emprendedores.
“El mundo se ve de otra manera”
Las impresoras para el mercado doméstico usan generalmente un plástico biodegradable hecho con maíz que se aplica en capas y se plasma en láser con placas calientes.
“Pensando en esto como capas de ladrillos microscópicos. Capas y capas de ladrillos. A cierto punto, si ponéis suficientes ladrillos lográis una construcción”, explica Roger Chang, director general de Singapur Pirate 3D, cuya impresora para la firma Buccaneer se vende a 497 dólares.
Hace cinco años, la empresa Brooklyn MakerBot era el único fabricante de impresoras en tres dimensiones en el CES. Pero hoy en día los competidores pueblan la zona dedicada a este invento en la feria, que se cierra el viernes 10.
“Es el año de la impresión 3D”, afirma a la AFP Jenifer Howard, portavoz de MakerBot. “Emprendedores sin mucho apoyo económico pueden crear sus prototipos e incluso fabricar a pequeña escala”, sostiene.
“Una vez que se comienza a imprimir en 3D, el mundo se ve de otra manera. En lugar de pensar en ir a la tienda, se piensa en hacerlo uno mismo”, señala.
Las impresoras pueden hacer figurillas, piezas de ajedrez, picaportes, así como elementos mecánicos como rodamientos de bolas o piezas para creaciones con partes móviles.
Según la portavoz, las impresoras de MakerBot han sido incluso utilizadas por el grupo de aeroespacial estadounidense Lockheed Martin para fabricar una parte de un telescopio que debe ser lanzado en unos cuatro años, mientras que en África han servido para confeccionar prótesis de manos a una décima parte de su precio normal.
Los códigos numéricos de la “robo-mano” han sido descargados 55.000 veces, según MakerBot, que ofrece de forma gratuita una amplia base de datos de códigos de impresión en su sitio web. Sus impresoras de quinta generación se venden a entre 1.375 y 6.500 dólares.
Una oportunidad para los creadores independientes
La impresión 3D da mucho que hablar, pero habrá que encontrar fórmulas para que la gente las tengan en casa, asegura Stephen Baker, analista de NPD Group.
“La mayoría de las personas no imprimen su propia funda de smartphone o su mochila”, apunta. “Hoy en día hay energía en un sector que era más bien insípido. Pero probablemente estamos muy lejos de transformar el sistema de producción”.
Roger Chang considera que los fabricantes de juguetes independientes podrían ser los que lleven las impresoras 3D al gran público.
“De la misma forma que iTunes ha permitido a los músicos independientes expandirse poniendo sus canciones online con códigos numéricos, los creadores de juguetes independientes pueden permitir a sus clientes imprimir los juguetes sin tener que preocuparse de grandes presupuestos o acuerdos de distribución”, explica.
Andrew Boggeri, ingeniero de la empresa Las Vegas Full Spectrum Laser, cita también un estudio que señala que los hogares de Estados Unidos podrían ahorrar hasta 2.000 dólares cada año si imprimen los recambios de 27 tipos de objetos que se rompan, lo que convierte al país en “un invernadero para la impresión 3D”.