El “rolezinho” es una tendencia que irrumpió recientemente y causó un impacto singular, al punto que la presidente Dilma Rousseff convocó a una reunión para tratar un tema que, según los entendidos, escapa a las categorías sociológicas establecidas.
Según informó Folha de Sao Paulo, ciudad donde la práctica ya es común, al menos tres centros comerciales lograron medidas cautelares que prohíben las reuniones. De hecho, quienes participen podrían ser multados con hasta 10.000 reales (4.200 dólares). En las redes sociales, convocan para este miércoles y jueves.
El Abrasce (asociación de 264 centros comerciales en el país) hará una serie de reuniones de emergencia con representantes.
Desde el Gobierno temen que a este movimiento se le sumen los indignados o, aún peor, el movimiento anarquista Black Bloc. Vestidos de negro, enmascarados, con un pañuelo o una camiseta envuelta en la cabeza y moviéndose en masa, los Black Bloc han irrumpido en las manifestaciones callejeras en Brasil, donde llaman la atención por la violencia de sus acciones.
La Policía de San Pablo actuó con violencia ante la concentración de adolescentes en los shoppings y la Justicia emitió una medida cautelar que permite restringirles el ingreso en masa y multarlos. Estas iniciativas fueron defendidas por la asociación de shopping centers y consideradas una forma de apartheid social y racismo por parte de algunos comentaristas.
Los “rolezinhos” son una práctica por la cual “los jóvenes pobres quieren más participación, ciudadanía, pero no lo hacen a través de los partidos ni dentro de reglas” institucionalizadas, afirmó este miércoles la antropóloga brasileña Silvia Borelli, de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo.
“Es necesario repensar el sentido político de las prácticas juveniles y de la política hecha de forma juvenil, estos jóvenes están promoviendo acciones que demuestran que quieren participar”, dijo Borelli al referirse a la ocupación de centros de compras de clase media por adolescentes venidos de las favelas. “Estamos viendo formas de movilización diferentes en las que se combinan la cultura, el consumo, el placer y nuevas formas de hacer política”, agregó.
Para algunos estudiosos, la ocupación de los shoppings remite, en alguna medida, al ascenso económico de cerca de 30 millones de pobres ocurrido en la última década, gracias a lo cual estalló, junto a una demanda de más ciudadanía, el encandilamiento con el consumo. Expresión de ello es el género musical conocido como “funk de la ostentación”, surgido en San Pablo y hoy emulado en otras capitales del país, que expresa sin pudor el deseo de consumir sin límites y exhibir los productos de las marcas más exclusivas.
Fuente: Infobae