Frank Dancevic se apoyó sobre la baranda y durante algo más de medio minutos todo desapareció: su rival, el público, la pista y ese día de tenis infernal que amenazó con derretir a jugadores y espectadores en el Abierto de Australia. Pero cuando el canadiense despertó de ese breve desvanecimiento, la ola de calor seguía ahí. Y empeoraría hasta los 42,2 grados marcados a las 17:45, un momento en el que había 17 partidos en pleno desarrollo y que dio pie a visiones más que extrañas.
“Vi a Snoopy. Comencé a alucinar un poco en el primer set. Pensé: ‘Esto es raro’, admitió el canadiense tras caer 7-6 (14-12), 6-3 y 6-4 ante el francés Benoit Paire. “Pero continué jugando, no es nada importante ver eso. Luego, en la mitad del segundo set, ya no podía mantener el equilibrio, me dejé caer sobre la baranda junto a la cancha. Cuando desperté había mucha gente a mi alrededor, un par de médicos”.
Dancevic fue muy crítico con la decisión del torneo de jugar con normalidad. «Es realmente peligroso y no creo que sea correcto enviar a la gente a jugar. Pero es así, hasta que alguien muera en la cancha. El sol te calienta el cuerpo, te quema el cerebro.