Quienes temen por la violencia causada por la delincuencia -que no es más que un instrumento del procónsul de Cuba para mantener en zozobra a las personas; haciéndolas, de este modo, prisioneras de sus propios miedos, sin necesidad de movilizar formalmente los aparatos de represión del Estado; lo que le permite, de este modo, revestirse con un traje de “garante de paz” y de “respeto a los derechos humanos”- son, sorprendentemente, las mismas personas que llaman al amor, a la paz y a la reconciliación como medio de escape, o como forma de hacer catarsis para evadir la realidad que los encarcela en sus miedos, a través del instinto de resguardo del peligro. Mientras tanto, otros, que no quieren que su ilusión se rompa, justifican e incluso se hacen la vista gorda ante la traición que su candidato eterno comete a cada instante, al desconocer y darle poco valor a la desgracia que vive cada venezolano.
En ese sentido, es ingenuo creer que un dirigente opositor pueda trabajar en conjunto, para combatir el crimen, con un régimen que utiliza a la delincuencia como instrumento de represión. Sujetándonos a esta premisa, es de entender que la colaboración premeditada y la alianza, entre las dos cabezas de aquel monstruo, son más que evidentes.
Piden piedad al despiadado y esperan lealtad de un traidor. En verdad, han desestimado su esencia de venezolanos, echan a la basura la historia y el legado de generaciones que hicieron vida aquí, y que, de una u otra forma, construyeron el país que hasta hace años quedaba. Su depravada ilusión y su patética piedad les borraron de la memoria que, aquí, en esta tierra, están enterrados sus padres, sus abuelos y la historia de un país que no quiso opresión ni vivir en tiranía.
Grande es su afrenta hacia un país que se parte en mil pedazos, por las alucinaciones de reconciliación y paz. Y, mientras se espera que el amor y el diálogo se apoderen de los traidores y de los enemigos de la Nación, la masacre de ciudadanos no se hace esperar. El día en que los ciudadanos de buena voluntad internalicen que los comunistas, sus falsos opositores y la delincuencia son actores de un mismo bando y que, en consecuencia, son enemigos irreconciliables de la Nación venezolana, ese día renacerán la virilidad y la potencia cívicas para derrumbar este sistema decadente. VENEZUELA QUIERE ORDEN.
@NelsonRZ33 / @OrdenVenezuela