El discurso que lleva al poder a la actual clase política estaba cargado de críticas a una forma de hacer las cosas llena de manejos inapropiados, vicios como la corrupción y la forma inconsulta de tomar decisiones. Se criticó el uso discrecional de los recursos del estado a favor de unos pocos, que se favorecieran familiares en la designación de cargos públicos y asignación de obras. Se tomaría todo el espacio del artículo enumerar todo lo que criticaron los que hoy ocupan el gobierno.
Lo cierto es que, quince años después, todas esas críticas siguen vigentes. Quienes llegaron al poder a caballo de la promesa de limpiar la administración pública, hacer que los recursos que se obtienen por la renta petrolera solucionaran los problemas de los venezolanos terminaron siendo un gigantesco fraude.
Pero, de todos los vicios que nos toca ver a los venezolanos, el que más me llama la atención es la insólita capacidad de los capitostes del régimen para hablar y actuar como si no hubiese roto un plato. Todavía se dan el tupé de culpar de todo lo que pasa a los gobiernos anteriores. Tienen el desparpajo de hablar de los problemas que ellos mismos crearon como si no tuviesen responsabilidad alguna. Hablan de los cadivistas como si no fuesen éstos origen de la peor política económica que azotara al país en toda su historia.
Y es cuando comienzan las preguntas. ¿Con qué moral el responsable de la pulverización del precio de la moneda y pauperización de los salarios de los venezolanos se atreve siquiera a salir a la calle? Jorge Giordani, con su desastroso desempeño merece estar en lugar privilegiado de la lista de los políticos que por su ignorancia e incapacidad son responsables de la precaria calidad de vida de los venezolanos.
¿Con que moral un ministro, que en su momento se rio a carcajadas frente a las cámaras de expertos que alertaban sobre el auge de la criminalidad, puede decir que nuestro país en un destino turístico seguro? Incluso, con total desparpajo, critica a quienes escriben lamentando los asesinatos que enlutan a nuestro pueblo.
¿Con que moral un ministro en la actual situación, se atreve a decir que si no hubiera compras nerviosas los anaqueles estuviesen llenos? ¿Acaso en esta decadente Venezuela puede imaginar este individuo que los pasantes de estas penurias pueden creer soberana insensatez?
¿Con que moral repite promesas y vuelve a firmar contratos un primer mandatario que insiste en actuar como si no fuese parte del gobierno anterior?¿Con qué moral se puede hablar en términos amistosos a los homicidas de venezolanos al tiempo que se ataca de forma despiadada a la oposición que lo legitima participando en procesos electorales?¿Con que moral convoca a una marcha por la paz quien exhibe un discurso cargado de odio y resentimiento?
Lo cierto es que estamos frente a una clase política que no cuenta con recurso moral alguno para criticar el pasado. Que no cuenta con fortaleza ética para seguir prometiendo cosas que no va a cumplir.
Y esta falta de moral, y el no reconocimiento de los errores, están cavando la tumba de una clase política que creó muchas expectativas que quedaron totalmente frustradas. Venezuela está en su peor condición social de la era republicana. La responsabilidad es enteramente de quienes de forma grosera tratan de seguir evitando asumir las tareas que el pueblo les impuso.
El venezolano nunca había estado tan mal. Y, su paciencia no es infinita.
@botellazo