El negocio familiar de venta de comida de Emelina del Carmen González Machado abrió ayer a las 4.00 de la mañana. Tres horas más tarde un hombre se sentó a desayunar y unos pistoleros presuntamente llegaron a quitarle el vehículo. El cliente corrió para esconderse y en su huida sacó su arma de fuego y los enfrentó. En el intercambio de disparos una bala atravesó el rostro de la mujer, que hoy cumpliría 53 años. laverdad.com /Luisana González
Emelina tenía toda la vida viviendo en la calle 99 del barrio Andrés Eloy Blanco con su hermana, Carmen Luisa González, y su hijo, Julio Fernández, quienes nerviosos contaron cómo a las 7.00 de la mañana la sala de su residencia se inundó con la sangre de su pariente.
Carmen Luisa, quien permanece en silla de ruedas, presenció el tiroteo y vio en cámara lenta cómo su hermana caía herida al piso. “El negocito lo abrimos temprano. Yo me levanté y salí al porche, como siempre, para hablar con la gente. No sé en qué momento comenzó la balacera y me tocó agachar la cabeza. Quedé en medio”.
Sumergida en una crisis de nervios y con la voz temblorosa, Carmen detalló que el cliente, a quien buscaban los pistoleros, se bajó de una 4Runner gris y se sentó en una de las mesas plásticas a comerse unas empanadas. Unos minutos después llegaron los desconocidos. “Solo alcancé a ver a dos hombres jóvenes armados”.
Apenas vio a los sujetos acercarse, el comensal abandonó su asiento y corrió como “loco” hacia el patio trasero de la residencia para esconderse. Durante el recorrido desenfundó su pistola y se enfrentó a los delincuentes. Emelina, inocente de lo que pasaba, atravesaba la sala para llevar unos cubiertos al restaurante. Apenas levantó la cabeza, el proyectil se le incrustó en la mandíbula y le salió por el cuello.
Tanto el cliente como sus atacantes huyeron. El primero se marchó en su camioneta y los otros a pie. La familia, por la premura de auxiliar a Emelina, no pudo ver con detenimiento los rostros de los implicados en la balacera.
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