El miércoles se publica en Polonia un libro con las notas personales del fallecido Juan Pablo II y los polacos están fuertemente divididos sobre la decisión del ex secretario papal de divulgarlas contra la última voluntad del pontífice y su testamento.
Juan Pablo II ordenó que las notas fueran quemadas después de su muerte y encargó la tarea a su confidente, el padre Stanislaw Dziwisz.
Para sorpresa de todos, Dziwisz, hoy cardenal, dijo que “no tenía el valor” de destruir las notas y las hizo publicar para dar un atisbo de la vida interior del reverenciado pontífice, que será declarado santo en abril.
El libro, “En gran medida en manos de Dios. Notas personales 1962-2003”, será publicado en Polonia el miércoles.
Hasta ahora las críticas han superado a los elogios.
“¿Qué clase de hiena desestimaría la última voluntad de un muerto?”, escribió Maksymilian Przybylo en internet.
El libro contiene meditaciones religiosas que Karol Wojtyla recomendó entre julio de 1962 y marzo de 2003, un período en el que pasó de obispo en Polonia a un papa superestelar.
La decisión de publicar el libro no atenta contra el principio de infalibilidad papal, que se aplica solamente a cuestiones de doctrina eclesiástica.
Sin embargo, muchos se sintieron indignados de que un asistente de confianza desobedeciese la orden del papa, especialmente en una cuestión sagrada como un testamento.
“Un obispo, que debería darnos buen ejemplo, en cambio muestra una falta de subordinación hacia su superior”, dijo Anna Romejko, estudiante en la Universidad Católica de Lublin, también en internet.
Ha habido otros casos en la historia en los cuales los encargados desoyeron las instrucciones de personajes famosos de destruir obras suyas, como en los casos de Franz Kafka y Vladimir Nabokov.
Dziwisz fue secretario personal de Juan Pablo II y su asistente más cercano durante 40 años en Polonia y en el Vaticano. Después de la muerte del pontífice en 2005 a los 84 años, Dziwisz fue ordenado arzobispo de Cracovia, Polonia, donde está construyendo un museo en memoria del papa polaco. Las ganancias que obtenga el libro irán al museo.
“No lo dudé”, dijo recientemente. “Estas notas son tan importantes, dicen tanto sobre la faceta espiritual, sobre la persona, sobre el gran papa, que habría sido un crimen destruirlas”. Recordó la desesperación de los historiadores después que se quemaron las cartas del fallecido papa Pío XII.
Un respetado comentarista eclesiástico, el padre Adam Bonieki, escribió en un semanario católico polaco que al principio se había “sorprendido de manera desagradable” por la decisión de Dziwisz, pero que después de leer el libro “le agradezco haber tomado el riesgo de seguir su propia conciencia y no ser un formalista minucioso”. AP