El 2013 fue el año de la selfie: esa imagen autóctona del Internet en que un sujeto se vuelve objeto de su propia mirada; que sirve tanto para elevar el ego como para llevar la cuenta de los cambios cotidianos que sufre el rostro, así como para servir de referencia a un paisaje, a un famoso o a un evento importante (en general, más bien, banal) de la vida.
Haciendo una sencilla búsqueda nos topamos con que los autores literarios también han incursionado en el terreno de la selfie: desde sus predecesores como Allen Ginsberg hasta fotos tan entrañables como el encuentro entre Salman Rushdie y Patti Smith, éstas forman un pequeño correlato de lo que podríamos llamar “autobiografía en una imagen”.
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