Sólo la fama de mujeriego de Bill Clinton puede explicar que una noticia falsa, rápidamente desmentida por la otra parte implicada, pueda llegar a adquirir categoría de veraz para medios de prensa de Estados Unidos considerados “serios”. Hernán Martín/EFE
Se trata del presunto romance entre el expresidente estadounidense y la actriz Elisabeth Hurley, que esta semana partió de un medio sensacionalista de internet y que se propagó rápidamente por la red a otros medios de la farándula, a pesar del rápido desmentido y amenazas veladas de demanda de la propia artista.
El origen fue una grabación en la que el exnovio de Elisabeth Hurley, Tom Sizemore, “desvelaba” que el afamado expresidente norteamericano y la actriz habían mantenido un tórrido romance.
Como buen mentiroso, Sizemore, quien también es actor, además de elegir a Clinton como la víctima más propicia del supuesto romance con su exnovia, adornó la historia con todo lujo de detalles.
Dijo que fue él quien arregló un encuentro entre Liz y el presidente en 1998, cuando Clinton aún ocupaba la Casa Blanca, y que lo hizo después de que éste se lo pidiera encarecidamente.
En la grabación, divulgada por el portal sensacionalista Radar Online sin especificar la fecha, Sizemore asegura que Clinton le pidió el teléfono de Hurley durante la proyección privada de una película en la Casa Blanca. ¿La película?: “Saving Private Ryan”.
“Dámelo idiota. Soy el presidente de los Estados Unidos de América (…) Dame el maldito número”, fueron sus palabras, dijo.
Al dárselo, según el relato de Sizemore, el presidente la llamó inmediatamente y envió un avión privado para poder verla.
Ese fue el comienzo de un amor que duró un año, según el actor.
“Historias ridículamente tontas sobre mi y Bill Clinton. Totalmente inciertas. En manos de mis abogados. Bostezo”, fue lo que tuiteó la actriz para desmentir la noticia, pese a lo cual, ésta siguió dando vueltas por las redes sociales y por internet.
Clinton, quizá más acostumbrado, ni siquiera se ha molestado en abrir la boca o escribir una línea para negarlo.
Tuvo que salir el propio Sizemore a confirmar la patraña.
En una entrevista con el HuffPost Live, el actor reconoció que nunca ha estado con Clinton, que seguramente las drogas le llevaron a inventarse la relación del expresidente con Hurley, y que ya ni siquiera se acuerda de haber contado esa historia.
Pero son los nombres de Monica Lewinsky, Gennifer Flowers o Paula Jones, por sólo mencionar los escándalos más sonados de infidelidades y casos de acoso sexual en los que se ha visto envuelto, los que parecen hacer de Clinton la víctima propicia.
Y que luego haya medios “serios” que se crean los embustes.
“Liz Hurley, ¿la Marilyn Monroe de Bubba? Titulaba este miércoles el conservador “The Washington Times”, un periódico serio y tradicional de la capital estadounidense al dar la noticia, incluso después de que la propia actriz la hubiera desmentido.
En realidad, el rotativo daba las dos versiones, el cuento de Sizemore y el desmentido de Liz Hurley.
Pero todo acompañado con una serie de montajes fotográficos que titulaba “Presidentes perseguidos por las señoras”, en el que además de Liz y “Bubba”, mote con el que se conoce a Clinton, aparecía Marilyn Monroe y John F. Kennedy, y Barack Obama junto a la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt.
El Washington Times no fue el único medio serio en anteponer en sus titulares el presunto romance al desmentido de la actriz cuando éste ya se había producido, pero es que pareciera que con Clinton, y tratándose de mujeres, todo fuera posible.
Aparte de la becaria Lewinsky, entonces una morena regordeta, de la rubia exuberante y excantante de un cabaret de Arkansas Gennifer Flowers, y la oscura Paula Jones, en el tiempo que fue presidente a Clinton se le destaparon otros devaneos.
Algunos de ellos fueron los de la millonaria cincuentona Kathleen Willey, la exmiss América Elizabeth Ward Gracen, la exmiss Arkansas Sally Perdue y Dolly Kyle Browing, una vieja amiga de la familia.
Con todos estos casos a sus espaldas y su aún buena planta de seductor, Clinton mantiene una fama que parece perseguirle y tenerle condenado a seguir siendo presa de cotillas y chistosos.
El comediante Jay Leno, que esta semana se retiró después de veinte años como el presentador del programa de variedades más visto de la televisión estadounidense, “The Tonight Show”, tuvo en Clinton su principal filón para hacer reír a su audiencia.
Según en estudio con motivo de su retirada, prácticamente uno de cada diez chistes de Leno sobre personajes públicos tenía a Clinton como objetivo. Un total de 4.604 chistes desde 1992.
“Al expresidente Clinton un manifestante le tiró un huevo cuando caminaba por una calle en Polonia. Sus reflejos fueron tales que pudo fertilizarlo como quien no quiere la cosa”, fue uno de ellos.